Dentro del amplio grupo de cantantes bandas de punk rock que se desnudan en solitario para empaparse de influencias del viejo folk y country americano, Chuck Ragan es uno de los más destacados. Uno de los motivos de que su trabajo como cantautor sea tan renombrado es la personalidad y el carácter de su voz y la energía que nos transmite con ella, y esto podemos apreciarlo de nuevo en su cuarto disco. La poderosa e imponente voz del frontman de Hot Water Music no ha perdido fuerza y vuelve a irradiarnos con intensidad canciones de letras personales e intimistas.
Además de las numerosas colaboraciones, quien haya seguido sus pasos en solitario podrá apreciar también que Till Midnight es un disco más ornamentado y pulido, alejándose de las canciones más sobrias y desnudas de álbumes como Feast or Famine y Covering Ground y volviendo al variado instrumentalismo del Gold Country. Para ello cuenta a lo largo de todo el disco con la colaboración de The Camaraderie, su banda de apoyo que en tantas ocasiones le acompaña.
El disco comienza con fuerza con Something May Catch Fire, canción que recuerda al Springsteen más tardío, y que al ritmo de un folk clásico y renovado a partes iguales nos presenta a Chuck y su camaradería en todo su esplendor. Le siguen las coreables Non Typical y Bedroll Lullaby. Revved es una especie de road movie cantada, y en Vagabond, al igual que en la resuelta y animada You and I Alone, Chuck trata un tema ya recurrente en sus discos, la vida nómada que va ligada irremediablemente a su carrera como como músico, relatándola de una manera agridulce.
Wake with You es una preciosa y sincera balada, mientras que Whistleblowers Song habla de sentimientos encontrados entre el individuo y la sociedad, con una clara influencia instrumental del bluegrass. Por su parte, For All We Care es la encargada de dar la última puntada del disco con su épicos minutos finales.
Es innegable que nos encontramos ante un buen disco cuya técnica y composición además son impecables. Las emociones que las canciones transmiten son las mismas que en anteriores trabajos, sin embargo éstas nos llegan de manera menos directa, ya que tienen que ir abriéndose camino entre tanto aderezo, perdiendo así la impresión y el primer impacto que tanto marcaba la sobriedad de composiciones precedentes. Personalmente me inclino más por la austeridad acústica de anteriores trabajos, ya que una voz como la del señor Ragan deslumbra por sí sola y no necesita atavío alguno para sobrecogerte.