Al comenzar a hablar del cuarto disco de los canadienses Black Mountain hemos de tocar el aspecto superficial más palpable. La banda ha querido abarcar demasiado. Demasiado para los estándares habituales, pero se ve que no para sus capacidades. «IV» se presenta como un tratado de rock psicodelico en el que cabe de todo desde el stoner a la balada, el kraut y el pop. Pocas veces el mito cromático del género se ha teñido verdaderamente de tantos colores en un mismo disco.
Vale que la ambición no pilla de sorpresa a quien haya seguido los pasos de una banda que lleva años debatiéndose entre el hard psicodélico, los ambientes siderales, el protometal o el folk-rock de tintes sureños. Pero aquí la cosa va más allá, la voz de Amber se potencia en busca de texturas más dulces a la par que los ambientes se sofistican. Y lo mejor de todo, las canciones. «IV» logra de algún modo que esas buenas canciones, cada cual de su padre y su madre, creen un nexo que nos lleve del místico metal ambiental de «Mothers of the Sun» a la catárquica «Space to Bakersfield». Del canónico y paciente riff a la libertad del solo. Principio y fin de un disco protagonizados por la guitarra pero que entre medias ceden ingente espacio a los sintetizadores.
De algún modo, la maestría de Black Mountain en los ambientes hard se da ya por hecha. Podrían ser líderes de escena ciñéndose a ello. Pero es cuando se arriesgan cuando de verdad reivindican su talento. Por ejemplo con «Florian Saucer Attack» (atención a Flying Saucer Attack como referentes), punk garajero reverberado a caballo entre Thee Oh Sees y Sleater-Kinney. O con una «Constellations» de riff obsesivo que casi toma forma de tema de Sonic Youth. Una profunda y folkie «Line Them All Up» en la que Amber desvela todo su potencial. O mi preferida en términos de romper la baraja, «Cemetery Breeding». Hace falta convicción y arrojo para firmar un tema de pop ochentero con ecos a The Cure o The Smiths y encima que te salga así de bonito y pegadizo. Entiendo las referencias espaciales constantes, Black Mountain parecen venir de otra galaxia. Quizá han estudiado el rock terrestre y han llegado para ser la banda definitiva o algo así.
La parte más discreta la pondrían temas de territorios algo más conocidos por la banda. Podríamos decir que sorprenden menos, pero el lucimiento es siempre sobresaliente. «You Can Dream» machaca con ritmos secuenciados cual clásico de la explosión de los sintetizadores en la Alemania de los 70. «Defector» lleva el groove funky de paseo interestelar y «Crucify Me» suena a un sol alzándose épico en el amanecer, lento pero cálido y vigoroso. Y entre medias queda «(Over and Over) The Chain», casi 9 minutos que divagan desde Popol Vuh hasta los mantras vocales y eléctricos no sin antes cabalgar y trotar por las montañas rocosas del doom.
Que «IV» es uno de los discos más excitantes de rock de los últimos tiempos resulta evidente. Lo que desvía la pregunta a otros términos: ¿arrebata «IV» el puesto como mejor disco de Black Mountain a su muy querido y redondo «In The Future»? Seguramente sí, si como oyente eres capaz de seguirle la pista a la banda y disfrutar de todos sus registros.