Hay quién dice que en el mundo de la música todo está inventado. No lo comparto pero obviamente lo que conocemos por música rock va quedando cada vez más limitado. Prueba de ello es la proliferación de jóvenes bandas que se dedican a copiar a algún clásico, sean la Velvet, Led Zeppelin, Black Sabbath, King Crimson o los propios Beatles. Bandas por lo general bastante anodinas, al menos para quién haya podido echar un oído previamente a los clásicos. Por ello cuando una banda elabora un cóctel retro tan bien hecho como el de Black Mountain, nuestros oídos lo agradecen tanto.
Y pasemos a los ejemplos. «Stormy High» abre la ceremonia de regreso a los 70 recordando a unos Queens of the Stone Age souleros con ácido, riffs, coros femeninos y hammond a tutiplén. «Angels» toma un ambiente reposado para dar forma al gran single del disco, más cercano a la pasión por la música negra de Spiritualized. En «Wucan» se entregan a un estilo mucho más libre y nos meten de cabeza en un viaje psicodélico guiado por un repetitivo patrón sonoro de contraste entre graves y agudos, así como de voz masculina y femenina. La progresividad se apodera de nuestros sentidos que son estimulados a lo largo de seis minutos de hipnosis intensidad creciente.
Aunque quién quiera sesión de hipnosis, tiene su tratamiento de choque en «Bright Lights», cuarto de hora largo que comienza con la repetición obsesiva de su título a golpe de bombo para explotar en una fiesta de rock setentero lleno de un groove que ya quisieran ser capaces de reproducir muchos grupos de música electrónica y que en algún punto acaba entroncando en su trance a Velvet Underground con Pink Floyd y Blue Cheer.
Vale, cierto, si separásemos las notas por parámetros en originalidad «In the Future» iba a merecer un cero como un roscón de reyes, pero cuando descarte un disco por esta razón en vez de por composiciones inconsistentes, recuérdenme que me he convertido en un amargado crítico de rock más. Y mientras tanto disfrutaré de esta colección de canciones memorables y bien enlazadas, porque sí, lo hemos escuchado todo antes, pero diseminado por aquí y allá. «In The Future» más bien escarba en el pasado, pero el colorido cóctel de hard-rock, pop, folk y psicodelia no es como para tirarlo por el desagüe.