Triangulo de Amor Bizarro han vuelto con un desmadre estigio y las primeras escuchas nos han dado un chute de adrenalina que, tras consultarlo con el comité de sabios de redacción, me han decidido a hacer esta reseña express. Porque este es un lanzamiento del que hay que hablar, tanto o más que el de muchos esperados discos de fuera.
Pues bien, las notas de reggae-dub de «Desmadre Estigio» pusieron un primer toque de atención sobre lo que Triangulo de Amor Bizarro tramaban en este nuevo disco. Esta pieza, muy fuera de los territorios comunes de los gallegos quedó aplacada por la muy New Order «Baila Sumeria». Quizá la banda quería mandar justo ese mensaje, de expandir sus horizontes hacia lo lejano y también lo cercano, entroncando con su bautizo.
Y no por cliché es menos cierto, el cuarto disco de TAB es su disco más variado. Porque aunque «Victoria Mística» tenía algún corte abrupto, la banda seguía manejando unos referentes de guitarras y sintetizadores en los que ya se habían doctorado. Con ello hicieron un disco que entraba como un tiro, lo mejor que podían hacer con esos ingredientes.
Ahora se han puesto nuevos retos. El sonido se ha limpiado un poco, las melodías se han afinado otro tanto, especialmente las voces afloran y llevan a maravillas como «Barca Quemada» en la que la filtrada voz de Isa alcanza nuevos puntos álgidos, con coros y la virgen. En cierto modo es la canción de TAB de siempre y en cierto modo es mejor que nunca. Y sí, dice «cuando te follen las fuerzas».
Y tampoco podemos hablar de un disco deliberadamente más complejo, aquí hay de todo, hay rock psicodelico y garajero en «Gallo Negro Se Levanta» y llevan eso a lo más básico en música y letra con la áspera «Euromaquia». Pero también se profundiza en la balada, un terreno que siempre da respeto a un grupo ruidoso. La canción de amor a su forma, brilla más que nunca en «Seguidores» y «Que Hizo Por Ella Cuando la Encontró» es la segunda parte de «Super Castlevania IV», esta vez con Isa a la voz. O se meten a ese lado más turbio que casi siempre encontramos al final de sus discos, esta vez en forma de la oscuridad rítmica de «O Salve Eris».
El apartado lírico, como tantos otros aspectos que se quedan fuera en esta superficial valoración inicial, estará sujeto a juicios posteriores, pero de momento parece tan críptico como siempre, pero con sus momentos mucho más incisivos. Como siempre. Triángulo de Amor Bizarro en su propia vanguardia. Una vez más. Seguiremos a la escucha.