Lo que parece impensable en estos tiempos que corren, que vuelva un festival, es justo lo que sucedió hace pocos meses cuando Green Ufos anunció que la octava edición de South Pop Sevilla se celebraría el penúltimo fin de semana de Marzo, justo antes de Domingo de Ramos, tal y cómo se venía haciendo hasta su parón forzado de 2012. Dicho año en barbecho, aparte de para un cierto descanso (recordemos que la discográfica organiza también el mes de Julio de Nocturama y South Pop Isla Cristina), ha servido para reconfigurar el festival, que ha contado con una representación más internacional y heterogénea que en 2011; consiguiéndose un cartel ciertamente sugerente y con personalidad. Buenos conciertos en su mayoría, ambiente agradable, sin prisas (no hubo solapes) y precios imbatibles vuelven a ser la marca de un festival que no debería faltar a su cita anual, pese a que oficialmente la próxima vuelva a ser a dos años vista, en 2015. Así que nos consolaremos con lo acontecido en este octavo South Pop Sevilla…
TANNHAÜSER
Poco antes de la hora de comienzo, las siete y media, accedimos justo para tantear un poco el espacio y situarnos para el primer concierto. Los locales Tannhäuser abrieron el festival como únicos representantes de Sevilla. Su post-rock ambiental pero con momentos de alta tensión se benefició de la acústica del teatro, y así las canciones de “Voces” se desplegaron por todo el espacio ante un público que comenzó siendo escaso pero que fue aumentando, gracias sobre todo a la plana de amigos y seguidores que tienen en la ciudad. Apenas cuarenta minutos de directo, pero suficientes para averiguar lo que muchos ya sabemos: que tienen mucho que decir dentro del género dentro y fuera de nuestras fronteras.
SVPER (PEGASVS)
El primer concierto en España de Pegasvs tras tener que cambiar forzosamente de nombre a Svper contó ya con un buen volumen de gente dentro del Teatro Alameda. Sergio y Luciana cada vez se desenvuelven mejor dentro de los límites de su directo (frente a frente a los mandos de las máquinas, por si aún hay alguno que no lo sabe) y, por tanto, aunque ya nos sabemos su debut más que de memoria y aún no interpretan temas nuevos, volvimos a acoger sus canciones con entusiasmo e inevitable movimiento. Con el motorik a todo trapo, temas como “Brillar” y “Atlántico” nos supieron a gloria con su nivel justo de decibelios (mucho) y fría melodía, a pesar de que a Sergio se le rompió algún elemento de su equipo según anunció. Éste permaneció más impasible, mientras que a Luciana se la vio más suelta y locuaz que en otras ocasiones. Acabaron sus cuarenta y pico minutos de concierto con, no podía ser de otra manera, “La melodía del afilador” y “El final de la noche”, conformando uno de los momentos más rotundos de todo el festival.
JULIO DE LA ROSA
La carrera del jerezano sigue en ascenso y eso se demostró en cuanto llegó el turno de su concierto, plagado de un buen montón de fans que se sabían y corearon muchas de sus canciones. Al contrario que en su aún reciente última visita, apareció con banda completa para interpretar los temas de “Pequeños trastornos sin importancia” y otros de sus anteriores trabajos, ganando así un plus de electricidad. Con una crudeza inusitada, Julio se desgañitó sobre el escenario como un auténtico crooner mientras que sus acompañantes hacían chirriar a las guitarras y sacaban incómodos redobles a la percusión. Incluso hubo espacio para actos insólitos, como los latigazos que la única chica de la formación pegó al suelo en momentos puntuales. El mejor momento, eso sí, llegó de manos del pasado distante: el siempre sugestivo spoken-word de “Kill the Mosquito” de El Hombre Burbuja.
JAMES YUILL
Lo del británico pasó en pocos minutos de ser el concierto incógnita del día a ser uno de los mejores de todo el festival. Sabíamos que era una nueva figura de la folktrónica británica y todo un hombre orquesta que se basta de una guitarra y múltiples aparatos para configurar su directo. Lo que no podíamos adivinar es que un concierto suyo se convierte en toda una fiesta con mucho de techno y rave, pero conservando siempre una sensibilidad pop que lo hace disfrutable por todos. Así, acompañado de unas proyecciones entre lo naif y lo irónico, a Yuill no le costó demasiado poner a todo el mundo en pie, que se movía al ritmo de la música que el artista creaba con su ordenador y sintetizadores y que incluía loops de guitarra grabados en vivo. La gran sorpresa del festival.
WE HAVE BAND
Por el contrario, con los supuestos cabezas de cartel del viernes nos quedamos algo fríos. Es innegable que los londinenses tienen su puñado de temas de electro-pop pegadizo, pero en directo acusan cierta falta de presencia escénica y su ritmo no es que el que debiera debido a pausas entre canciones demasiado largas. Aún son jóvenes, eso sí, y sólo tienen dos discos, así que les damos un voto de confianza para que sigan creciendo si no desaparecen entre la maraña de bandas similares que nos llegan cada temporada desde el Reino Unido. Eso sí, como decía, canciones como “Divisive”, “Where Are You People”?, o “Waterlight” tienen peso propio por separado y te quitan todas las penas del día aunque sea por unos minutos.