Algo escéptico acudía el pasado 15 de Abril, entre señoras emperifolladas para ver a su Cristo favorito en el templo, y caballeros de chaqueta que discutían cerveza en mano su itinerario procesional predilecto, al Teatro Alameda para la primera jornada del 7º South Pop Festival Sevilla. La razón era simple y llanamente que no contaba precisamente con mi cartel predilecto: dos bandas desconocidas, dos interesante y una última que levanta todas mis sospechas. Mi única baza era esperar que la mayor parte de estos cinco grupos me sorprendieran en directo, cosa que al final, para mi alivio, así resultó. Pero vayamos por partes.
DËNVER
Llegué pocos minutos después de las 19.30, hora de comienzo oficial, para mi asombro con Dënver ya tocando con puntualidad extrema ante un aún escaso público disperso por la pista resultante al retirar los asientos. Entre esto y el juego de la pulsera de acceso, me perdí el principio de estos chilenos para mi disgusto; ya que a la larga se convirtieron en uno de vencedores claros de la tarde-noche a pesar de sus escasos cuarenta minutos de actuación, consecuencia de lo desconocidos que son por estos lares y de ser una de las bandas que Green UFOs estaba dando a conocer. Su buen hacer a la hora de mezclar synth-pop, indie y electro rock, unido a la buena presencia (en todos los aspectos) de su frontwoman a los teclados, plagada de lentejuelas, consiguieron que me ganaran ya desde un principio. Lo suyo fue mezclar temas más reposados con ramalazos noise, como “Lo que quieras”, famosa ya por aquí por mencionar a Los Planetas, con tralla pop y electrónica como la arrolladora “Los adolescentes”, con la que acabaron por todo lo alto. Una fiesta vamos, y espero que vuelvan pronto en solitario o con más tiempo para demostrar sus muchas virtudes.
ELLOS
Ellos eran los que más suspicacias me producían del día. Por muchos parabienes que hayan suscitado en una parte de la prensa musical independiente, para mí no termina de quedarme claro su distancia con respecto a la música más comercial, sobre todo en actitud. Y es que por compactos y nítidos que suenen en directo, y hay que reconocer que temas como “Cerca”, “Mientes” o la trillada “Diferentes” tienen ritmo, las aflicciones y poses exageradas de Guille Mostaza sobre el escenario echan, para mi gusto, al traste bastante de lo salvable que tienen. Eso sí, atrajeron su público; sobre todo femenino. El punto gris en una noche de agradables sorpresas.
MERCEDES AUDRAS
Recién llegada de su tierra natal provenía la argentina afincada en Francia Mercedes Audras. Una total desconocida en nuestro país, tiene cierto reconocimiento en las Galias por su propuesta que une la más clásica chanson con el pop y el rock, además de por su interés en interpretar temas cedidos o versiones de artistas del otro lado de los Pirineos como Françoise Hardy, o de otras geografías como Sally Seltmann. La suya fue la propuesta solemne y bella de la noche, y una de las más minoritaria. Comenzó con la sala casi vacía para luego poco a poco ir atrayendo a más gente. A base de voz, acústica, eléctrica y violín, fue entregando temas de su último disco “10.000 km” (2010), y de álbumes anteriores; muchos de ellos ajenos y que ella misma fue explicando humildemente de dónde y quién procedían. Hacia el final, el rumbo derivó hacia el rock, con el violinista belga incluso haciendo las veces de un moderno John Cale, y repartió algunos temas en castellano. Muy bonito y, en dicho último tramo, sorprendente.
MANEL
Por fin pude ver con mis propios ojos el ‘efecto’ Manel. Estoy convencido de que hubo gente que pagó la entrada de día exclusivamente para ver a los barceloneses, ya que justo al comienzo de su actuación ya estaba el Teatro Alameda hasta la bandera cuando durante las tres anteriores estuvo poco por encima de la mitad del aforo. Por lo que pude oír por las gradas laterales, el concierto se había convertido en un pequeño reducto para catalanes residentes en Sevilla, aunque buena parte del público nativo también coreaba las canciones como si supiese catalán de toda la vida. Pero lejos del ser meras víctimas de un efecto mediático inmerecido, la banda tiene a su favor la integridad, un directo bastante efectivo y el carisma, sobre todo en la figura de Guillem Gisbert y su guitarrita, haciendo las veces de trovador y showman a la hora de presentar o incluir pequeñas chanzas entre canciones o dentro de ellas (antológico como intentó contar con gravedad la historia de ‘hombre-niño’ del batería Arnau Vallvé). Temas de nuevo cuño como “El gran salt”, “Boomerang” o “Anniversari” fueron igual de celebrados que “Al mar!” , “En la que el Bernat se’t Troba” u otros de su debut. Mención especial, evidentemente, para su versión de “Common People”, que supongo que dejó descolocado a cualquier fan de Pulp que no estuviese enterado.
LA BIEN QUERIDA
Quizá la mayor sorpresa de todo el festival fue la actuación de Ana Fernández-Villaverde y su banda de acompañamiento. Y no porque ignorara o no me gustase su obra, que hay que reconocer que es todo un soplo de aire fresco al mezclar música tradicional con sonoridades más modernas, sino porque no sabía por dónde tiraría la bilbaína en directo; si por una pose más clásica y folclórica u otra más pop. A la hora de la verdad, ninguna de las dos, o mejor dicho, ambas y además con una fuerte componente rock. Vestida de vaquera y timidez, y rodeada de una banda completa, todos hombres, nos regaló durante algo más de una hora lo mejor de su repertorio tanto de “Romancero” como del reciente (y superior) “Fiesta”: “Noviembre”, “De momento Abril”, “Hoy”, “Queridos tamarindos”, “Corpus Christi”… alternando fidelidad a lo registrado en estudio con los mencionados arranques de distorsión, y con los que un barbudo David Fernández (Beef) a la guitarra se lo pasó pipa. De hecho, al final, ya en bis y después de una “Sentido común” con ella sola sobre el escenario, volvieron todos a salir para tocar un tema más y culminar con una auténtica tormenta noise. Quién lo hubiese dicho al verla vestida de fiesta. Gran cierre para un día del que no había esperado tanto…