En una nueva muestra de cómo el público nacional no sabemos valorar lo que tenemos, anoche en Moby Dick presenciamos dos actuaciones de dos bandas con poco en común, siendo la principal diferencia que unos mostraron que lo que tocan les hace disfrutar, mientras los otros pareció se dedicasen a interpretar unos temas sin saber muy bien por qué. No es cuestión de crucificar a The Soft Pack por su aburrido y poco sentido concierto, si no que lo mejor sería centrarnos en la entrega de una banda de aquí, nuestra, como Ulises Lima, a la que apenas una treintena de personas hicieron caso, y que aun siendo conscientes de que quizás aquella no era su liga, demostraron que lo de hacer música es una pasión que no entiende del éxito si realmente se disfruta al hacerla.
Presentando su reciente Split con Shonen Bat, y centrándose en los temas de su celebrado “Waitin For The Summer”, Ulises volvieron a dar una lección de cómo reinterpretar el sonido Washington con elegancia, respeto, y calidad. Pese a que técnicamente la cosa no llegó a sonar de forma tan perfecta como en otras ocasiones en Moby Dick, las canciones de la banda transmitían perfectamente el sentimiento que poseen, y de este modo “The River”, “Ashes”, “Madrid Is a Hole”, o “A Thousand Words” nos hicieron disfrutar de su honestidad tal cual lo logran en su versión de estudio. Ver a Tote retorcerse, a Rai desgañitarse en los coros, o a Paul imprimir el ritmo justo a las canciones, es el equivalente a presenciar a una banda en un estado de forma increíble, y a la que si la justicia existiese, el devenir debería traerles grandes momentos en los próximos meses y años. A veces el que ellos mismo sean como son les condena a no crecer más de lo que merecerían, pero claro, es que seguramente es por ser así que les queremos… Casi mejor que no cambien nunca.
Tras Ulises Lima venían los supuestos cabezas de cartel, y a tenor del incremento de público en las primeras filas, evidentemente así era. The Soft Pack, nombre con el que se hacen llamar desde su segundo disco (antes eran The Muslims), llegaban desde San Diego para presentar su nuevo álbum publicado en 2012, “Strapped”. Para los que disfrutamos de su Lp homónimo la escucha de este “Strapped” ya supuso una decepción enorme, y es que donde antes había guitarras vacilonas, buenos estribillos, y en general un sonido postadolescente muy bien llevado, ahora había pretenciosidad y falta de ideas. Y es que cuando una banda de San Diego juega a ser The Cure o The Smiths, mete saxofones que pocas veces aportan, y juegan a viajar a los 80´ y a un país que no es suyo, difícilmente puede salir bien. Y de acuerdo que “Saratoga”, “Second Look” o “Bobby Brown”, no son malas canciones. El problema no es ese. Aquí lo que quedó en evidencia fue la falta de garra, la sensación de no terminar de creerse el giro que han dado, y sí, también un frontman que cuando soltaba la guitarra y agarraba el micro, no era más que una caricatura de lo que se supone debe ser el líder de una banda. Para cuando decidieron tocar “C´mon”, o “Answer To Yourself” (curiosamente las canciones más celebradas), el público estaba tan desenganchado que no hubo forma de cambiar la sensación de pinchazo que había sobrevolado durante su hora de concierto en Moby Dick. Veremos cómo evolucionan, pero a priori, y salvo que concreten su cambio estilístico con mayores dosis de personalidad, a The Soft Pack los borro de mi lista.