El mejor espectáculo de rock que uno se pasa por las orejas no está en Texas o en California, está en Madrid y en Bilbao. O eso mismo salimos pensando del concierto conjunto de Sex Museum y Cápsula en la sala Caracol de Madrid, aunque fuese también cuestión de haber soltado toda la adrenalina del cuerpo.
Cápsula abrieron con un repertorio extenso en duración e incluyendo incluso un bis final ante el clamor general. Sex Museum jugaban en casa, ante un público conocido y que los adora, pero Cápsula se llevaron el gato al agua en apenas 5 minutos. Martín, cantante y guitarrista, agradeció todo el tiempo las muestras de cariño de la gente y lo encantados de tocar en una sala como Caracol, sobre todo cuando sus últimas visitas fueron a salas pequeñas.
La apisonadora de puro rock de Cápsula no entendía de aforos, y ante una corta afluencia para los primeros compases del concierto demostraron por dónde iban a ir los tiros en su recital. El trío argentino afincado en Bilbao dieron cuenta de porque son tan queridos al otro lado del charco con una sensacional lección de fiereza setentera, pasión y ritmo; impactando según iban entrando los asistentes.
Impresionante labor de Coni al bajo con su eterno baile de caderas, su reptar de rodillas casi constante y una voz que siempre que apareció nos recordó a Kim Gordon y sus Sonic Youth. Porque no todo es rock and roll y psicodelia en su sonido, incluso llegando en muchos pasajes a recordarnos a la fiesta de guitarras que son los gallegos Triángulo de Amor Bizarro.
Sex Museum lo iban a tener realmente difícil para igualar un concierto de esta intensidad, ante un público ya exhausto de emociones. Todos sabíamos como se las gastaban en directo y sabíamos que eran capaces de hacerlo igual o mejor.
Y ciertamente parece que no pasan los años para los madrileños, puesto que volvieron a dar una buena lección de maestría con lo que ellos tan bien saben hacer. De nuevo hubo sonido setentero y psicodélico que estuvo celebrado en todo momento por el habitual agradecimiento madrileño a la banda.
Es inevitable ponerles una pega, que el show se hace repetitivo para los que los hemos visto alguna vez, como por ejemplo usando una vez más la versión del «Fight For Your Right to Party» de Beastie Boys entremezclado con el «Smoke on the Water» de Deep Purple. También alguna de las charlas del simpático y carismático Fernando Pardo nos sonaban a refrito, pero el caso es que ni con esas consiguen dar un concierto aburrido o prescindible.
El repertorio se centró en el nuevo cancionero, como la inicial «Again And Again» y los verdaderos momentos álgidos volvieron a llegar con sus clásicos «Two Sisters», «Flying High» o la pop «Enjoy The Forbidden». Nada nuevo que sean capaces de dar conciertos así, pero al mismo tiempo es increíble seguir viendo una banda tan en forma tras años y años de pisar escenarios.
El cierre con «Sufragette City» de Bowie con las dos bandas en escena (con los dos baterías alternándose) lo tenemos ya enmarcado en el salón de casa.