/Crónicas///

Meter 10 bandas (al final 9) en cinco horas puede sonar a chiste, pero cuando hay ganas, empeño y sobre todo buen ambiente, se puede hacer lo que sea. Si a ello sumamos el poder contar con una sala como El Grito, que aunque alejada del centro de Madrid y sin poder contar con un horario nocturno mas propio de estos eventos, demostró ser un recinto que para sí quisieran el 50% de las salas de Madrid capital en cuanto a sonido, clima y amplitud.

Hechas las presentaciones, y con el evidente percance horario de tocar un viernes a las 19:30, abrió fuego la intimista actuación de Lourdes bajo su seudónimo habitual de Russian Red. Su preciosa voz, su guitarra y un compañero de fatigas de la talla Brian Hunt (si, el de Kidsgofree, Half Foot Outside y Templeton) que le resuelve la situación a la desnudez del concierto tapando huecos con lo justito. Aunque sería injusto negarle a Lourdes la enorme capacidad de embaucar a un publico no demasiado cercano a su público-estándar a base de folk sencillo, melodías perfectas y canciones tan certeras como «Cigarettes». Tan cautivadora que urge lo de repetir.

De nuevo en el escenario improvisado para el evento, bajo el nombre de Mo-no, Decapante hacían el cambio para empuñar sus dos bajos como nota predominante de todo el bolo. Potencia a raudales, pero al mismo tiempo creadores de melodías y texturas que raramente uno puede imaginarse de una banda únicamente compuesta por una sección rítmica. Claro, que las tablas de estos madrileños ayudan un montón… Eso sí, no toquen tanto de espaldas que eso ya no se lleva.

El cambio de escenario, casi de corrido, al principal de la sala El Grito fue bastante premonitorio de lo que vendría. Por qué a pesar de que el ¿posthardcore? de los chilenos Familea Miranda parecía que los iba a poner entre los grandes del día la cosa terminó degenerando mucho debido a lo estáticos y distantes que se mostraron. Por suerte, el final con las surrealistas «Uruguay» y «El Bloqueo» les hicieron levantar cabeza. Lo dicho, el escenario pequeño pintaba mejor.

Sino que se lo digan a los otros internacionales de la noche, los portugueses Lobster, que presentaban un largo de debut no excesivamente atractivo pero que por contra se convertía en una fiera de directo. De risa fue ver las caras cuando Ricardo, el enorme batería, comenzó a aporrear de manera salvaje bombo, cajas y tambores mientras el otro miembro de la banda, Guilherme, fuera del escenario junto al público se limitaba a plagar todo de efectos de guitarra. Mientras comprobamos que Ricardo no sólo sabía tocar rápido y fuerte sino además con una técnica depurada, nos dimos cuenta que la banda prometía. No dejarse engañar por el disco.

Después, otros de los del escenario «grande» que no dieron la talla del todo. Mal sonido, constantes fallos, problemas con los instrumentos… Vamos, que no fue el día de Margarita aquella noche en El Grito y no llegaron a romper caderas como suelen hacer estos cuatro madrileños. Aunque cuando entre el repertorio de un grupo se tienen momentos como «Russian» y «Atch» es difícil cagarla del todo. Al final, terminaron pasando de puntillas pero sin romper nada.

Cesar y Mario K-Plan, compañeros de Margarita (otro principal detalle del festival es ese colegueo constante), iban después en el escenario pequeño. Tan pequeño que Mario y su guitarra se cayeron del mismo en pleno arranque del segundo o tercer tema. ¿Problema con ello? Pues ninguno, ya que fue esa tontería el revulsivo final para que ese sonido tan en la onda de Hella, Shellac, Battles o Don Caballero saliera como vencedor de la noche (con el permiso de Za). Saltos en las primeras filas, jolgorio general y media hora de The Joe K-Plan que también supo a poco.

Como una de las bandas estrella del cartel llegaban los abonados a la sala fuenlabreña, Les Olé. En la antítesis de la cercanía, sinceridad y el sudor de los grupos del cartel aparecía el momento freak de la noche con cuatro tíos disfrazados de monstruitos a medio camino entre el terror y la risa. Congregaron mucho menos público del que suele ser habitual en sus conciertos pero al resto nos brindaron unas risas que vinieron bien como intermedio, pero musicalmente ni explicarlo.

Todo lo contrario que Za en el Mo-No. Derrochando actitud y versatilidad por los cuatro costados, el trío catalán no defraudó a los que les esperábamos con ganas. Ya fuera usando las voces de manicomio que servían de punto de partida de las semi-improvisaciones al más puro estilo Fantômas, de tirar de la vena mas distorsionada a lo Melvins o de usar sus propias bazas de trompeta y cara dura para llevarse al ya nutrido público de calle. Unas fieras del directo que pronto sacan disco en Acuarela.

Para finalizar, Modulok Trio pasaron con más pena que gloria en una última actuación de funk ochentero que prometía ser el fin de fiesta perfecto. Algo más sosainas que lo que se les oye por el MySpace, Modulok Trio se mostraron limitados en directo y demasiado poco a juego con su música.

A pesar de todo ello, nada empañaría un festival que pasito a pasito continua mostrándonos lo mejor de toda la escena independiente sin reparo alguno en meter diversos estilos. Para el 2008 reservo ya mi sitio.

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5 de octubre de 2007