Veintiuno treinta de la noche y en Moby Dick no había la cola e histeria que se comentaba hubo la noche anterior en la actuación conjunta de Nothink y Hedtrip. ¿Cartel menos atractivo? ¡Para nada! Madee siguen pasito a pasito afianzando un sonido ya bastante único en el afán emotivo y cercano a Sunny Day Real Estate, mientras los fuenlabreños Peluze ejercían como teloneros implacables (aunque ya bastante vistos en los carteles madrileños).
Puede que Peluze no tengan el tirón de sus colegas de Nothink o Hedtrip, pero su debut en formato largo con «If Nouns Didn’t Work» es un verdadero soplo de aire fresco en la escena alternativa. Así de paso demostraron lo mucho que han evolucionado desde la época del «?!», con una verdadera precisión sonora desde los primeros compases de «Sorry». César – al que vemos últimamente más con The Joe K-Plan que con Peluze – aporrea la batería que da gusto y Mae ya empieza a ser el frontman que necesita tener el trio. No es que alguien deba caer con el peso del grupo, pero si que es cierto que Miguel y César tienen mucho trabajo rítmico como para ocuparse de esas tareas.
Del EP de presentación sólo asomo la cabeza «Stereotalks», que confirmo las sospechas de un excesivo volumen en los tres instrumentos tapando incluso la voz de Mae. Poco a poco la cosa se suavizó (o directamente nos quedamos un poco mas sordos…) y todo fluyo mucho mejor ya habiendo dejado pasar una lineal y pasable «Names» así como imprescindibles versiones vitalistas y entregadas de «Im A Nation» y «I Think Its Time To Burn Your Bodies».
De «If Nouns Didn’t Work» no tuvimos la vertiente más madura de Peluze con «Rush», pero si la versión castellanizada con «Neon». No es que sea nuestro momento favorito del álbum pero fue la que puso las cosas en su sitio para que el trío pudiera rematar la faena con «No Sense» primero, en clave algo menos poderosa, y con una versión final bastante destructiva (la pobre guitarra de Mae voló) de «Young». Se puede decir que vencieron al mal sonido y nos dejaron mucho mejor sabor de boca que en actuaciones pasadas. Suman y siguen.
Para ese momento la sala presentaba una muy buena entrada. Y eso que Madee que siempre suelen pasearse por aquí, por Moby Dick: la última con una versión doble de Madee + Madee con Jeremy Enigk y la anterior presentando el DVD «We Should Take Our Chances» con un concierto de 10 absoluto (ambos casos con crónica aquí mismo). En este caso la visita merecía mucho la pena aunque fuera única y exclusivamente por oír los nuevos temas de «L’Antarctica», el disco más personal del grupo. Y por si teníamos ganas, tres tazas: «Transference #2», «I’m A Green Swimmingpool» y «The Wounded» una a una para comenzar fue probablemente la mejor idea. Faltaron los vientos (Ramón dijo que fue culpa de que se cancelara el show del día siguiente) pero lo que no necesitamos fue un extra de sentimiento. El propio Ramón y la banda andaban algo menos rodados de lo que nos tienen acostumbrados, pero la carga de sentimiento que ponen todos encima de un escenario es brutal.
Si con esas tres primeras canciones la gente ya estaba respondiendo a viva voz, tiraron de clásicos muy queridos como «Alnitak», «Fallen Heroes» o «Impulsor» (brillante, de las mejores que les he visto) entremezclando piezas nuevas mucho más íntimas como «L’Antarctica» o «Mu». Esto no es que bajara el ritmo, pues se sostenía perfectamente con dichos clásicos de su repertorio. El problema venía con un exceso de espacios entre canciones que deberíamos justificar sobre todo en los pocos conciertos que llevan aún (suponemos).
Para finalizar el set con dos piezas tan perfectas como «Clumsy» (como siempre, todo el mundo cantando) y la emocionante «Mintaka» volvieron a derrochar una actitud excepcional y honesta de cara al público: tres guitarras sin estorbarse, teclados muy comedidos, batería musculosa, bajos perfectos y el gran frontman que es Ramón Rodríguez – su personal voz y sus desgarradores gritos. La gente estaba bastante contenta, así que volverían enseguida.
Aunque primero retornó el propio cantante que bromeó sobre el calor que había en la sala (la americana que no se quitó en todo el concierto debía estar empapada) antes de atacar una versión no marcada en el set list (se comió «Drive Away» con patatas). Momento interesante pero que debería haber quedado relegado en favor de otras piezas infalibles como «S’Ba» o «It’s A Wonderful Lie». Al menos, nos conformamos con otras habituales «Economy» y «Orion’s Belt» tan tensa como de costumbre. Con la escasa flexibilidad horaria (a las 00:00) la cosa terminó sin igualar lo de la presentación de «We Should Take Our Chances» en la misma sala. Aún así volvieron a merecer salir a hombros.
Que vuelvan y que repasen sus cuatro discos sin excepciones ni limites horarios, que a buen seguro aumentaran su destacado estatus en el panorama.