Mucha cantidad de críticas las recibidas durante la primera jornada del esperado festival madrileño Mad Cool, entre otras, producto del incómodo sistema de pago con pulsera, de un número escaso de barras, una mala ubicación de los baños y un complicado acceso a los escenarios cubiertos. Esto fue subsanado en las siguientes jornadas con un acertado nivel de autocrítica que no se suele ver por estas tierras, pero hablando de la primera jornada es de recibo mencionar que fue un lastre para un jueves que pudo ser mejor.
Tras un primer y rápido paseo para situarse en el festival, nos topamos de bruces con una incomodísima situación en el pasillo que conecta la entrada principal con los dos escenarios al aire libre. La zona, demasiado enratonada, se completaba con unos accesos a pista (en la zona hay dos pabellones pequeños y uno grande) realmente mal señalizados. Para cuando conseguimos entender cómo se entraba a pista en el tercero de ellos, en el grande, la pista estaba completa. Así que apenas pudimos dar cuenta de lo que los chicos de The Kills estaban haciendo encima del escenario, pero sin duda quedaron como uno de los triunfadores absolutos de esta primera jornada.
Aunque la banda que aparecía en letras grandes en el cartel eran unos The Who que venían simplemente con ganas de repasar su repertorio clásico, cosa que hicieron de la mejor manera posible. El sonido del escenario grande recibió críticas posteriormente en según que zonas, pero desde la zona cercana al escenario tenemos que reconocer que cumplió con creces. Así, Roger Daltrey y Pete Townshend lideraron una jornada inaugural con un repertorio que comenzó demasiado bien («I Can’t Explain», «The Kids Are Alright», «My Generation», «Behind Blue Eyes»…) y que acabó con temas menos clásicos (a excepción de “Pinball Wizard” o “Baba O’Riley”, claro). Un verdadero derroche de magnetismo, buen rollo y una clase magistral de canciones redondas con las que se decía seguramente adiós a una de las bandas clave en la historia del rock.
Tras semejante concierto el papel de Garbage era duro, y de hecho curiosamente ese escenario 2 cosechaba una cantidad de público extraña: poca gente en las primeras filas y mayor abundancia en la parte trasera. Sería que la coincidencia con Django Django habría hecho daño a la afluencia o simplemente que los de Shirley Manson no es que estén muy en boca de todo el mundo ahora mismo. A pesar de ello hay que reconocer que Shirley estuvo totalmente en forma, con el ya conocido carisma que la acompaña. Igualmente la banda, sin Butch Vig estuvo a la altura, pero está claro que la cosa funcionaba mucho mejor con “Push It”, “I Think I’m Paranoid” o “I’m Only Happy When It Rains” que cuando se acordaban de su reciente trabajo discográfico. Mucha mayor abundancia de público tuvieron Editors, una banda ya clásica en los festivales españoles, pero que todavía parecen conservar algo que atrae a jóvenes y mayores. Del cierre de Vetusta Morla en el escenario grande ante una cantidad de gente inmensa que coreaba cada palabra que salía de la boca de Pucho, no hablemos, era el momento de abandonar el barco y prepararse para los días venideros.