A veces da rabia como algunos condicionantes externos impiden el acceso de la gente a la cultura. Si se trata del precio de un concierto de una de las bandas nacionales más creativas de los 90 a esta parte, la cosa duele aún más. 20-24 euros no parece la horquilla ideal para ver a Lagartija Nick en una sala que se les queda tan grande como la Rock Star Live de Barakaldo. Esto sólo propicia que unos pocos fans muy fans acudan acompañados por una multitud de gente con las entradas que suelen regalar vía cierta caja de ahorros para conciertos en esta sala.
Empezó ruidoso, frío e industrial enlazando una intro con parte de la maquinal «Val del Omar» para tomar el comienzo del disco con «Noosfera-Síntesis» y «Sin Fin». Entre Ministry y los Nine Inch Nails más espeluznantes, la banda consiguió crear en cuestión de segundos un clima realmente alienante y alimentado por ritmos machacones, luces epilépticas, voces maquinales y efectos de teclado y ordenador a porrillo. Las proyecciones, utilizadas tan sólo en estos momentos iniciales también contribuyeron a crear dicho ambiente. Como digo, fue una experiencia extrema, opresiva e incómoda para quién no se esperase aquello. Y es que claro, Lagartija Nick venían en esta gira repasando íntegramente su clásico Val del Omar, un disco que bebe del sustrato industrial y que poco tiene que ver con los Lagartija del «Inercia», el «Su» o sus últimos discos más proclives al rock indie.
El crepitar de la maquinaria virtual, las voces apocalípticas, los aplausos de lata y demás parafernalia ambiental apenas dejaban respiro entre canciones ni espacio para la comunicación público-banda mientras ganaban peso los riffs del thrash orientalista «Meca-Mística» o el rock industrial con sintetizadores chispeantes. La banda capitaneada por Antonio Arias contaba con una formación en la que destacaba Víctor Lapido a la guitarra, un batería que no era Erik pero que se erigió en motor de gran parte del concierto haciéndonos pensar si el batería planetario hubiera estado a la altura de esta gira en concreto, un teclista acertadamente ataviado con una camiseta de Aphex Twin y ocupado lanzador de samples y efectos con dos macs a su disposición.
Juntos, nos sumían en los ambientes de ciencia-ficción y nos demostraban como un disco escrito en 1998 y de un género matizado por el propio progreso tecnológico en el ámbito musical, resultaba aún estimulante y amenazador. No faltaron los ambientes de rave apocalíptica de «Inducción» y las reminiscencias de Blade Runner de «Intervalo», la colisión flamenca post-Omega de «Celeste», etc. Y da escalofrío pensar que todo el disco está compuesto inspirado por el prácticamente desconocido artista multidisciplinar del mismo nombre. Casi el mismo escalofrío que suscitan las melodías espaciales de la emotiva «Énfasis». Y así, «a ritmo de intervalos de música infinita» cerraron el ciclo del repaso a tal obra magna y obscura, con el paso de los años algo mejor entendida.
Pero no todo fue Val del Omar. Por suerte para nosotros y aunque contribuyó a reducir el logrado clima de impacto del citado disco, nos regalaron de sopetón y como polo opuesto, intercalaron una de sus canciones más directas y brillantes de los últimos tiempos, «Contar lo que no puedo contar». Y para los bises atacaron parte de otro disco con el que han girado hace no demasiado, Inercia, con «Esa Extraña Inercia», «Solo Amnesia» y «Satélite», atacando patrones y estribillos mucho más coreables, directos y reconocibles para la mayoría del público.
Como tal, al concierto de Lagartija Nick más no se le pude pedir, sonido arrollador, puesta en escena notable y ganas. En definitiva, un concierto que no deja indiferente, que se lo digan a más de un despistado que desalojó la sala según avanzaba el concierto tal vez esperando la faceta más melódica de los granadinos. Pero la relación calidad/precio, teniendo en cuenta que el concierto fue de duración ajustada, sin teloneros y con un retraso sobre lo anunciado de cerca de hora y media, fue un poco abusiva.