Un año más God Is An Astronaut eligen estas fechas para pasarse por España, y una vez más la gente responde llevándolos con una buena entrada. El trío irlandés se nota que lo sabe, y que están mucho más seguros de que lo que hacen gusta.
Antes de ponernos hablar de cómo God Is An Astronaut nos volvieron a dejar fríos, y cómo Junius dieron un sensacional concierto, nos tenemos que centrar en la «nueva» Rock Kitchen y en todo lo que condicionó el evento. Porque aunque no queremos culpar de los problemas térmicos de la sala a la gente que la gestiona, ya que entendemos que los problemas surgen, tenemos que quejarnos de un calor completamente asfixiante y sudoroso que emborronó una barbaridad el buen sonido y visibilidad de esta sala. Si además vemos cómo el precio de las cervezas estaba algo caro, era de recibo escuchar como las quejas iban más por los que pensaban que de esto se hacía un negocio, más que ser un mero accidente. Nosotros nos limitamos a los hechos, y vimos y oímos el concierto en el polo opuesto al insufrible calor que vivimos.
Los chicos de Junius ya triunfaron en el Wurlitzer a finales de año, cuando nadie los había prestado demasiada atención, así que ahora incluso consiguieron mover a unos cuantos a la Rock Kitchen previo pago de una entrada el triple de cara (con GIAA de regalo, claro).
Su propuesta puede sonar demasiado común si mentamos a los últimos Isis o Cult Of Luna en clave progresiva pero con trasfondo postrockero/progresivo. Pero, suena raro entremezclar todo eso con una voz que bien puede recordar al Dave Gahan mas intenso y dramático. Propuesta sensacional y única que repasaron a la perfección ante una audiencia que se ganaron de sobra. Quiero volverlos a ver pronto, pero con sus dos discos mucho más escuchados, porque lo merecen.
A God Is An Astronaut posiblemente no tanto, ya que en esta ocasión tampoco consiguieron lo que se les presupone a una banda de ambientes y de progresiones preciosistas y arrebatadoras. En esta ocasión hay que acordarse que vinieron más a atacar que a merodear su faceta más íntima, o al menos así les salió la garra en la Rock Kitchen. Puede que de antemano para mí nunca han sido una punta de lanza del habitual postrock, pero aún así una propuesta como la suya debería tender a emocionar con la intimidad del directo y no llegar a aburrir. De hecho, si no llegaron a aburrirnos del todo fue sobre todo por su cambio de registro hacía una pegada que curiosamente no encontramos en su nuevo disco.
A pesar de todo el concierto arrancó muy bien y se mostró mucho más necesitado del protagonismo de los hermanos Kinsella en deprimento de la gran labor de su batería en su anterior concierto madrileño. Nos quedamos claro con «Suicide By Star» y «Route 666», pero tampoco nos parecieron malos los inicios precisamente con «Age Of The Fifth Sun».
En este tipo de conciertos todo depende del estado de ánimo y de lo que la música del grupo te haga sentir. A un servidor la segunda oportunidad de God Is An Astronaut siguió manteniéndolos como una banda ciertamente plana en vivo. Cuestión de gustos, y supongo que de emociones.