Ya está. Lo han conseguido. The Gaslight Anthem por fin están en suelo ibérico justo dónde se merecen tras un largo periplo de giras y trabajos de estudio. Lejos queda su primer concierto en España en el festival Bilbao Live Festival ante unas horas intempestivas y todo hace ver que de ahora en adelante la banda no va a parar de crecer. Los que se quedaron fuera con ganas de ver su primer concierto en formato largo en suelo madrileño así lo demuestran, ante una sala cercana a las mil personas de aforo, la siguiente vez que su directo aparezca va a ser para crecer todavía más, o al menos eso demostraban las caras de felicidad de su público madrileño.
Brian Fallon sigue siendo ese modesto líder que no es nada sin el resto de su equipo, así que la batería de Benny marcaba el comienzo de «Mae» como uno de los mejores inicios posibles de lo que trae consigo el reciente «Handwritten». Fallon permanecía en el centro con su camiseta del museo berlinés de los Ramones, mientras que a su derecha el siempre encapuchado Alex Rosamilia demostraba ser seguidor futbolero con su sudadera del St. Pauli y su camiseta verde del Real Madrid recién adquirida junto al «quinto Gaslight» que es Ian, colega de Brian en The Horrible Crowes. Después vinieron «The Spirit of Jazz» recogiendo el legado de «American Slang» y una celebradísima y genial «Ol’ White Lincoln». La antesala perfecta para dos de los temas más celebrados de la noche, «The ’59 Sound» y «45»». Fue aquí cuando definitivamente nos dimos cuenta de lo que estaba pasando con ellos, por fin veíamos las caras de felicidad y de desenfreno entre su público. En las primeras filas chavales veinteañeros coreaban todos esos temas mientras más hacía atrás otros maduritos asentían con la cabeza viendo en ellos ese recambio generacional tan anunciado para Springsteen, Tom Petty, Joe Strummer o Mike Ness.
El concierto siguió adelante con idéntico nivel de adrenalina y de enganche, bien fuera con sus temas más celebrados del reciente nuevo disco con la propia «Handwritten» y «Here Comes My Man» como mejores ejemplos o, sobre todo, con un repaso casi total a su obra maestra «The 59 Sound». Tan sólo faltaron «Meet Me by the River’s Edge» y «High Lonesome» para el pleno total del tracklist, dónde fueron entrando todos los palos del combo de Nueva Jersey: los aires blueseros de «Even Cowgirls Get the Blues» o «Film Noir», los íntimos de «Miles Davis and the Cool» o «Here’s Looking at you, Kid» y el punk de «The Patient Ferris Wheel» o del cierre habitual con «The Backseat». El repertorio hasta aquí perfecto, pero un exceso repaso a «American Slang» hizo que apenas pudiéramos gozar de un tema de su disco de debut (una muy improvisada y psicodélica «Angry Johhny and the Radio») y nada de su EP «Señor and the Queen», por mucho que se pidiera «We Came To Dance» de manera constante por unos fans portugueses .
Quizás si no has visto a The Gaslight Anthem antes no caes en la cuenta de esto, pero podríamos decir que vimos a la banda algo justa de fuerzas en los bises. Porque «She Loves You» como Cara B pasa pero no como inicio del repertorio final de bis, cosa que «American Slang» y «Great Expectations» si consiguieron como cierre. Puede que la larga gira les haya pasado factura, pero siempre hablamos desde la excelencia de una banda que está llamada a ser algo grande. Muy grande. Y sobre todo en directo, que aquí no hablamos de buenos o malos directos sino de una banda joven que sin duda vemos arrebatando el cetro del «Mejor directo» a artistas como Pearl Jam o Bruce Springsteen. Y dijeron que volverían en primavera.
Además de lo que propiamente fue el concierto de los de Brian Fallon tenemos que hablar de otros dos detalles, entre los que naturalmente está el muy buen directo de His Majesty The King. El duo madrileño se mostró muy suelto con ese rock alternativo de guitarra y batería que nos recuerda a unos White Stripes mucho más grunges, como demostraron versionando el «Breed» de Nirvana (en versión algo más alternativa que ruidosa). Clara se mostró muy simpática y entrañable, tanto como para que se ganases unos aplausos tan sinceros como los dos conciertos que vimos en Cats. De hecho, el tema de la sala es el otro punto abierto, ya que la remodelación de equipo prometida parece haber dado sus frutos. La espaciosa sala de techo baja mostró una candidatura a sala habitual en el circuito de los conciertos con alguna pega en cuanto a visibilidad en la parte trasera y a un sonido nítido y contundente pero algo escaso de matices de voz y guitarras.