La segunda jornada del Día de la Música íbamos a arrancarla de nuevo en el escenario pequeño en este caso de la mano de los ganadores del concurso de maquetas promovido por la organización. Los madrileños Fuckaine iban a luchar contra el sol que a esas horas (algo más temprano que el día anterior) todavía apretaba en el recinto del Matadero. Y lo hicieron a base de todo el desparpajo que poseen tanto las canciones de su primer Ep, “Summer Songs For Kids”, como algunas de las piezas nuevas que ya tienen preparadas para dar forma al que será su largo de debut y que saldrá en los próximos meses. Así las melodías luminosas, los bajos gruesos de escuela post punk, y los teclados juguetones, se daban la mano en temas como “Aitork”, “Fuckaine”, o “Style”, que nos trajeron a la cabeza tanto a The Thermals como a los Sonic Youth más accesibles. Todo ello con una actitud punk y una enérgica batería que dieron forma a un conjunto sonoro que terminó por ir atrayendo cada vez más público según iban pasando los temas.
Una vez concluida la actuación del joven trío nos dirigimos a ver a Darkstar, los cuales se iban a encontrar con un sol de cara nada propicio para su oscura propuesta electrónica. El también trío inglés arrancó con temas de su último “News From Nowhere”, disco con el cual se distancian aún más claramente de la etiqueta dubstep con la que se les relacionó en sus inicios. Algo sosa, su música no fue el mejor ejemplo de cómo animar al público en un festival de este tipo, y aunque sin duda la descontextualización a la que se vieron sometidos con una hora y posición que no les venía nada bien, lo cierto es que podían haber elegido un set algo más animado para la ocasión tirando de algunos temas de su primer y más movido trabajo. Habrá que esperar a verles en una sala o un club para evaluarles con justicia.
El festival nos ha ido mostrando algunas de las voces negras más de actualidad en pasadas ediciones, ya fuera la masculina de Lee Fields o la femenina de una Janelle Monae que claramente se alinea con la actuación que nos ocupa. Al menos a priori, porque el posterior concierto de Lianne Le Havas fue quizás la gran decepción del festival con una actuación demasiado parada y lenta, alejada del ritmo que apenas consiguió cuando apareció su obra maestra «Forget» o su versión del «Weird Fishes/Arpeggi» de Radiohead. Esperábamos mucho de ella y sin embargo nos aburrimos muchísimo, aunque su voz estuvo totalmente en su sitio.
Llegado este punto decidimos separar nuestros caminos y mientras uno de nosotros se dirigió a ver la segunda parte de la actuación de Extraperlo, la otra mitad de feiticeirA se marchaba a presenciar a Raphael Gualazzi. En el escenario pequeño los barceloneses ofrecieron ritmos cálidos y veraniegos para refrescar al personal con ese pop ochentero de destellos caribeños y afrobeat que tan bien vienen cultivando, y pese a no ser el género preferido del que esto escribe, lo cierto es que la gente parecía pasarlo bien y coreando temas que tuvieron su cenit con la habitual “Bañadores”. En el otro lado, Gualazzi dio una actuación mucho más movida de lo que parecía, aunque demasiado alejada de la corrientes estilística del festival. Con el pop por bandera, pero con todo el regusto a swing, a jazz y a la tradicional canción italiana por bandera dio un concierto bueno, aunque repleto de canciones que no decían gran cosa.
Y por fin la actuación estrella, y la más esperada para los que cubríamos este Día de la Música para esta publicación. The Fall, la banda que lidera desde hace más de 30 años el carismático y peculiar Mark E. Smith, saltaban al escenario principal de forma puntual, y ya desde el inicio se veía que iban a cumplir con las expectativas generadas. Alternando algunas versiones (no faltó “Strychnine» de The Sonics), con canciones de su último Lp “Re-Mit”, así como algún que otro clásico como «Theme From Sparta F.C.» o «Hot Cake», lo que demostraron The Fall fue que su post-punk, al menos en lo que actitud se refiere, tiene mucho más de punk que de post, y Smith, con sus 50 años bien entrados, se paseó por todo el escenario dando una lección de anti impostura, y demostrando con mala baba (no paró de jugar con los amplificadores y los teclados de su banda) lo que el punk pudo ser en otra época. Su recital de spoken word acompañado de bajos gruesos y ritmos repetitivos fue lo mejor de un sábado al que los británicos añadieron algo de sabor y elegante presuntuosidad.
El cierre venía con dos platos fuertes bien distintos. These New Puritans y su cambio estilístico no parecía que fuera un colofón a la altura de un cabeza de cartel de festival, pero parece que congregaban un buen número de personas. Más de las que uno esperaba. Pero para cuando terminó el concierto la explanada de enfrente del escenario estaba tan deshabitada como a primera hora de la tarde. ¿Qué había pasado? Que los temas de «Hidden» y «Field of Reeds» coparon la práctica totalidad del repertorio, con apenas algún recuerdo a su debut más post-punk reconvertido a la experimentación sonora que ahora practican. No vamos a decir que nos guste más ese primer trabajo, el art-rock que practican ahora es mucho más interesante, pero al público quizás no le pareció igual. O quizás simplemente era un concierto poco apropiado para la hora de ir cerrando el chiringuito.
Con los hermanos de Disclosure se saldó esa deuda y todo el mundo bailó. Los temas de «Settle» son ya de por si buenísimos, con especial mención a lo que supuso «White Noise» y «When a Fire Starts to Burn», pero lo que el dúo hace en escena es precisamente revivir con mayúsculas los temas del disco. Quizás no todo lo que hacen en vivo esté justificado en tocar un instrumento, pero creo que la jugada de intentar tocar en vivo lo máximo que pueden es una idea ganadora. Que si ahora cojo el bajo, que si luego tocó la percusión, que si lanzo samples, que si me ayudo de las pantallas… Sin duda que van a ser una de las bandas del año, así que es un gustazo poderlos ver antes de que se hagan más grandes.
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22 de junio de 2013
Por Amalio Varela