Con la certeza de estar ante una de las realidades más tangibles del sin embargo volátil género psicodélico, fuimos a ver a los canadienses Black Mountain. Paso a paso la banda se ha labrado un nombre en mayúsculas, principalmente con su segundo álbum «In The Future» y desde ya me atrevo a decir que con su reciente «IV». Hablamos de una carrera que va de Black Sabbath a Pink Floyd y entiende el rock psicodélico de una forma en la que cabe lo sureño y lo espacial, lo protometálico y el pop. Completitos, vaya y precisamente su última obra es un buscado alarde de esta heterogeneidad.
Pues por si acaso se nos quedaba corto, la banda se traía para calentar a Backhomes, un dúo que también se lanzaba a la psicodelia pero con ritmos y bases sintéticas, contundentes pilares entre lo ambiental y lo ravero sobre los que derramaban ruido vaporoso casi siempre con un aroma kraut que envolvía todo. Las proyecciones en formato circular al fondo contribuyeron a crear atmósfera hipnótica en una escasa media hora que se hizo sorprendentemente corta.
Se lo tomaron con calma Black Mountain para salir al escenario, quizá también porque tenían un horario anunciado y demasiado tiempo entre grupo y grupo, sobre todo para tener casi todo montado. Y así salieron a interpretar la excelsa y doomer «Mothers of the Sun» con un psicodelico telón (el cartel de la gira, véase adjunto) en amarillo y negro que se desvaneció en cuanto empezó el rock. Esto es, los riffs. Pronto íbamos a notar como la banda iba a jugar en el filo del volumen demencial, suscitando opiniones encontradas en torno a esto. Enlazaron con el psych-punk de «Florian Saucer Attack», tan brillante como quizá algo atragantada aún a su propuesta de directa. Para un servidor es el único momento del concierto en que se puede reprochar a Amber su presencia tan estática en el escenario.
Por si había alguna duda, con «Stormy High» se disipó todo. «In the Future» fue el disco que a muchos nos hizo enamorarnos perdidamente de la banda y como tal, se reveló sustento de su directo. La épica de «Tyrants» y la magia de «Wucan» serían dos de los momentos cumbre, piezas claves para el trance colorista que fue el concierto. Pero una gran banda no puede vivir de su pasado y con apenas un mes de su filtración (si hablamos de edición, el día antes para ser exactos), la banda apostó fortísimo por un «IV» que creció sobre las tablas. Desde los golpes de electrónica kraut de «You Can Dream», al folk bucólico-sideral de «Line Them All Up» y el pop ochentero de «Cemetery Breeding», todo convenció, si bien la sutileza de la última se resintió un poco más de ese volumen brutal.
La cosa llegó a tal extremo que fue «Space to Bakersfield» la encargada de cerrar oficialmente el concierto antes de los bises. Precisamente aquí tengo mis objecciones y su primera parte se me hizo ligeramente tediosa. Sí, cierto es que se trata de una construcción y que la recompensa viene al final con ese sólo que casi nos electrocuta a todos, pero aún así, se trata de una languidez excesiva que bajó puntos a la intensidad de un concierto que se mantuvo casi siempre arriba por un motivo u otro. Y cayó de nuevo el telón.
Iba a servir de fondo a una dilatadísima intro de sonidos siderales hacia «(Over And Over) The Chain», un auténtico lucimiento del teclista. Como si le hiciera falta, visto lo absolutamente vital de su papel en el directo, en dura rivalidad con la voz, aunque discreta presencia de Amber Webber y el alma y guitarra de Stephen McBean. Se repitió el patrón y con el comienzo de los riffs el telón se subió. Así duraría hasta que la banda finalizara en tono más rockero con su clásico «Don’t Run Our Heads Around», perfecta para dejar al respetable a gusto.
Resumiendo, un concierto brillante que puso de evidencia las muchas caras buenas de la banda y su posición de absoluto mandato en ese territorio de la psicodelia que no abandona lo experimental pero ha conseguido una gran base de fans. No hubo más que ver cómo volaban sus vinilos a la salida. ¿Alguna pega? ¿Podrían haber sonado más bajos y más nítidos? Pues sí, pero entonces quizá estaríamos hablando de otra cosa.