Regresábamos al BEC y volvíamos a pasar esos controles de seguridad que nos hicieron sentir como el chico guapo de la cárcel, para abrir la jornada con Astronautalis. Sobre el papel la cosa no convencía y sobre el escenario esa alternancia de rap blanquito a lo Eminem y pop-rock de matices alternativos en la onda de los mismos Imagine Dragons tampoco cuajó, aunque seguro que se ganó a parte de la chavalada que estaba ahí para ver a sus citados ídolos.
La otra cara de la moneda fue Pokey Lafarge que, escudado de una banda de gente muy curtida en la tradición americana ofreció «entertainment» en el mejor sentido de la palabra con un estilo que deámbulaba por la América de los 50 y de la profundidad de Nashville pasaba a la pintoresca New Orleans y hasta cruzaba la frontera para rescatar aires de mariachi. Para evocar todo esto iban pertrechados de clarinete, trompeta, saxofón, banjo, contrabajo, harmónica, castañuelas y washboard, de modo que su multiinstrumentismo fue todo un espectáculo tanto sonoro como visual. Apostamos por los americanos no porque dudáramos de Nudozurdo tocando en esa misma franja, sino por una pura cuestión de oportunidad de ver a unos y a otros. Al asistir al intenso y postrockero final con «Dosis Modernas», nos arrepentimos un poco.
CHICAS MALAS, CHICOS BUENOS
Y si el trío pareció contar con un sonido impecable, no corrieron la misma suerte Savages, cuya frontwoman dedicó los primeros momentos del show a mostrar su disconformidad con este asunto. El concierto tardó por tanto en arrancar y conseguir algo de comunión con el público, pero fue con «City’s Full» con la que la mecha prendió y la frialdad post-punk de la banda se hizo física. Al mismo tiempo Jehnny Beth fue acercándose al público, en todos los sentidos y demostrando que, pese a su pose desafiante, Savages quieren gustar mucho más que las bandas de los 80 a las que referencian. Pero saben manejar la intensidad y si llegan a ser una banda de post-punk de estadios con este sonido, no nos quejaremos ni un poco. El cierre con «Fuckers» fue apoteósico y uno de los momentos del BIME, sin duda.
Y tras la agitación de las chicas rebeldes, nos sumimos como buenos chicos en los bonitos climas que Villagers estaban desarrollando en el Antzerki. Folk-rock de vena muy emocional y con la gran virtud de, pese a ahondar en tempos lentos y delicados, no aburrir sino más bien hipnotizar. No podemos ser tan benévolos con un Richard Ashcroft que nos pilló de sorpresa compareciendo él solo con su guitarra. Algo bastante chocante dado el lugar que ocupaba en el cartel. No es que sacara mal partido al formato, pero éste se nos antoja muy para fans y poco apto para festival. Después de todo, la mayoría del público sólo quería escuchar un par de temas de The Verve «Song for the Lovers».
Así que nos fuimos a Michael Kiwanuka, que demostró clase soul-blues-rock con tintes melancólicos. Aunque personalmente no pude disfrutar mucho de su propuesta ya que pese a cambiarme de lugar en el auditorio no pude evitar ser víctima de público parlanchín y maleducado. Y esto trae una cruda realidad a la palestra, que hay parte de público del BIME que se dedicó a hacer del escenario Antzerki su tasca particular. ¿Tenemos imán para los tontos? Puede. ¿Había mucho tonto en el BIME de este año? Dejaré la respuesta en el aire.
ROCK VS. CABEZAS DE CARTEL
Dio tiempo a ver un poco a Imagine Dragons triunfar con facilidad ante un público entregado hasta la extenuación. Como no es asunto nuestro lo que la gente haga con su tiempo, mejor opinar sobre lo que hizo la joven Sallie Ford (bendito auditorio) en formato power-trio. Que no es otra cosa que ponernos a bailar, primero en las sillas y ya cuando quedaba poco -pensábamos que no nos lo iba a pedir nunca- nos invitó a levantarnos. Lo que nos pilló a contrapie fue que cerró con un tema menos bailongo y rompió la tónica garajera para ponerse algo más indie-rock. Propuesta muy necesaria a esas alturas de la noche para esquivar el bajón.
Y es que había que afrontar después el esperpento de Kakkmaddafakka, noruegos que perfectamente podrían ser británicos y como tantos británicos, tienen bono descuento en festivales españoles. Indie-pop bailongo y efectista, con miembros dados a la monería o a ironizar con un cover de «What Is Love». Tampoco nos extrañaría que eso, junto al «Money For Nothing» que pusieron para despedirse fuera lo mejor que tienen que ofrecer. Que ya es decir.
Por suerte, !!! eran la bala en la recámara del BIME para cerrar con una buena combinación de baile sudoroso y nivel musical. El sonido una vez más fue deficiente y eso unido a los temas nuevos que protagonizaron la primera parte del concierto, derivó en una actuación floja para sus estándares. Y eso pese a que Nic Offer estuvo tan explosivo como de costumbre y hasta se trajeron a una corista para llenar más el escenario. Para cuando estábamos disfrutando de lo lindo con «One Girl/One Boy» y «Slyd», el concierto ya estaba finalizando.
Mientras Nathan Fake lanzaba destellos de su electronica atmosférica, el BIME 2015 se deshacía cual nebulosa en la cual pudimos apreciar una bipolaridad más acentuada que nunca entre el riesgo artístico y las propuestas del pop anglosajón más comercial. Se demuestra pese a todo, que estos dos universos paralelos pueden convivir, pero siempre mientras el equilibrio de fuerzas se mantenga y se refleje así en los horarios.
FOTO SAVAGES: Rythm & Photos
FOTO SALLIE FORD: MusicSnapper
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