Arrancaba una edición prometedora del BIME Live, coronada por cabezas de cartel de primer orden. Estos serían los que harían decantar cada una de las dos jornadas por el pop-rock alternativo (Suede, PJ Harvey) el primer día y por la electrónica (Moderat, Chemical Brothers) la segunda.
En el BEC nos plantamos esta primera jornada para disfrutar de las reverberaciones pop de Exnovios. Mucho eco a Jesus & The Mary Chain y la psicodelia más dulce mientras observábamos algunas novedades de este año. Escenarios ya no paralelos sino colocados en oblicuo parecían darnos a entender que quizá se esperaba un público algo más reducido o en todo caso la sensación de llenar el espacio sería mayor. Como apéndices de esta zona central, a un lado el festivo espacio Gaua y al otro, el tranquilo Antzerkia.
Éste último visitamos para ver por primera vez de la noche a Faris Badwan, en esta ocasión con Cat’s Eyes, ese proyecto montado a medias con su pareja soprano que nos pareció más que un proyecto paralelo. Se presentaron en formación amplia, coristas incluidas, en un escenario muy propicio. La pega es que abarcan más de lo que aprietan, siendo el concierto un ir y venir entre el rollo oldies estilo Ronettes, la oscuridad post-punk y referencias mitómanas desde los Beatles a Twin Peaks. Refrescante pero con momentos algo aburridos.
Al contrario Javiera Mena estaba montando en paralelo una fiesta electropop donde lo electro sobresalía descaradamente y sonando con mucha fuerza, mientras que lo escénico jugaba con esa faceta ochentera de ciencia ficción pasada por el filtro del humor, lo kitsch y como no, lo sexual. El carrusel de sonidos variopintos seguía con Toundra que ofrecieron un concierto tan entregado y eufórico como acostumbran, pero con un sonido algo accidentado que acentuó la crispación sobre la sutileza.
Y llegamos al que, sin sorpresa alguna, estaba destinado a ser y fue el punto álgido de la noche. PJ Harvey y su séptimo de caballería nos ofrecieron una dosis de perfección con un concierto basado en «The Hope Six Demolition Project» tanto en lo musical como en lo temático con algunas paradas en su hermano mayor «Let England Shake» y contadas apariciones de temas de su andadura previa, más abiertamente rock y no tan revestidas de ese aire de folk gravísimo que pone cara a su presente.
Radiante de negro y con una atrevida minifalda marca de la casa, la cantautora supo estar a la altura de esos aires teatrales de sus últimas obras, en esta ocasión con el saxofón como su mejor amigo cuando no está cantando. No nos engañemos, es un concierto tan perfecto como denso para los no iniciados, lleno de áridos aires de blues con sonidos de metales retorcidos y coros lúgubres. O sea, una delicia para el fan que además se ve recompensado con clásicos como la agitada «50 Ft Queenie», la sensual «Down by the Water», la ritual «To Bring You My Love» y ese bis extra en forma del «Highway 61 Revisited».
Tras esto The Horrors poco podían hacer para mantener la impresión. Su repertorio irregular sigue basado en los aciertos de ese añorado «Primary Colors», aunque hay que reconocer que sus singles posteriores suben algo el nivel en directo. Sin embargo un sonido excesivamente borroso incluso para ellos, hacía perder la pegada de hits universales como «Who Can Say?» o «Sea Within a Sea».
El experimento de Suede fue quizá el tema más polémico del día puesto que dividió casi a partes iguales al público entre el amor y el odio. Brett Anderson y compañía plantearon el show en dos partes, aunque más bien resultó siendo «Night Thoughts», su último disco al completo más unos bises en forma de hits de toda la vida. El mayor problema para muchos es que no iban bien informados, hasta el punto que hubo quien abandono el festival indignado mientras el equipo de la banda preparaba el escenario para esa segunda parte más amigable.
En cualquier caso, el show audiovisual de Suede fue impecable, con la banda tocando tras el telón que proyectaba la película y aflorando a la luz en ciertos momentos para que, sobre todo Anderson se sobreimprimiese en las imágenes. El problema es que «Night Thoughts» explora un concepto oscuro y sus canciones están en general lejos de la euforia, lo que lo hace excesivo para las expectativas de un festival. Si lo hubieran compensado con una sección de hits más extensa (porque intensa sí fue) y sobre todo, si se hubiera informado claramente del retorno en vez de recurrir a un «cambio estándar» con su música de fondo, como cuando una banda se va para siempre, hubieran terminado de contentar a todos.
Para culminar nos quedaba ver una vez más a esa coctelera de sonidos alternativos que es Belako. A estas alturas ya dominan el escenario festivalero como una sala más y mientras su repertorio y base de fans no deja de crecer, el cuarteto mantiene ese tremendamente difícil equilibrio entre lo comercial (el éxito, en este caso) y lo underground (su abanico de influencias). Que sigan así.
Mientras los más fiesteros se iban al Gaua nosotros optábamos por la rendición tras una jornada muy satisfactoria. Sólo así podríamos asegurar entregarnos a la jornada del sábado en plenas aptitudes psicomotrices.
VER SÁBADO: The Chemical Brothers, Moderat, Lambchop…