Con una semana para reponernos, llegaba la segunda parte del festival, la de los contrastes, como quien dice con el día más flojo y el más fuerte, siempre subjetivamente. El jueves flojo no sólo por la escasez de grandes figuras internacionales, sino porque gente como Fito, Ronaldos o Muchachito Bombo Infierno no parece arrastrar el típico público de concierto de rock. Tampoco era de esperar que subiera mucha gente exclusivamente a ver a New York Dolls, un buen reclamo pero no demasiado exclusivo, aunque tal vez si a Maceo Parker. En todo caso, día ecléctico con muchos interrogantes.
El ambiente empezó a caldearse con Nun, que ante un público escaso y medio indiferente desgranaron su repertorio de post-hardcore emocional. La voz en euskera de su cantante sentaba como un guante a composiciones con mucha carga ambiental y repletas de tensión que recordaban a la escuela catalana, entre la intensidad de Standstill y la elegancia de Maple.
Una propuesta radicalmente distinta era la de The Ellas, banda pasatiempo del actor Luis Tosar dedicada a las versiones. Por allí planearon Janis Joplin, The Bangles, Abba o No Doubt, entre otros, siempre adaptando los clásicos a un sonido más rockero que conjugue con la voz de Tosar. Como hizo notar por si acaso, se trata de versiones de temas interpretados o popularizados por mujeres y tal vez por hacer la broma, la banda sale vestida de uniforme y con corbata. Creo que para cerrar esta reivindicación un tema de alguna de las bandas protagonistas del riot grrl hubiera sido ideal. Como propuesta de relleno no está mal.
Pero para hablar de contrastes había que irse al escenario principal a ver la tormenta que I Love UFO desataron, barriendo a gran parte de los asistentes. Como ya he apuntado, los asistentes de este día no tenían realmente mucho que ver con el típico público de un concierto de rock, por tanto la propuesta de este trío francés totalmente desconocido por estos lares sorprendió a muchos y desagradó a bastantes. Cambiando bajos y guitarras y haciendo uso de sintes, la banda ejerció una función de shock pedagógico dando lecciones de noise desgarra-tímpanos y frialdad post-punk. Y ante la indiferencia mayoritaria, el trío, sumido en su espiral de distorsión, a lo suyo. Quedarán para la historia como la actuación más alienígena de esta edición, haciendo honor a su nombre.
|Buenrollismo y Fórmula 40|
Terminado el sueño/pesadilla de los galos, el rock castizo de Los Ronaldos aguardaba para hacer revivir algunos de éxitos de mejores épocas para el pop-rock español. Vimos a una banda que ha regresado con ganas y en forma, pero dio la sensación de que no demasiado preparados para el cambio generacional, ya que las adolescentes de su época han crecido y sólo lograron reverdecer laureles con sus tres o cuatro hits universales.
Triunfador indiscutible fue Muchachito Bombo Infierno. Precedido por una fama de directos festivos e intachables, Muchachito caló enseguida con su mestizaje arrollador, poniendo a gran parte del público a bailar frenéticamente. Derrochó gracejo y se postuló como heredero del buenrollismo manonegrista, aún incluso antes de finalizar con una versión de «Mala Vida», guiño demasiado obvio, por otro lado.
A un nivel varios peldaños por encima de todo lo que se escuchara y viera esa tarde-noche estaba Maceo Parker, la leyenda de un saxofonista que ha tocado con James Brown y perpetúa parte de su espectáculo. Se reveló como una figura encantadora, aunque un tanto empalagosa por sus reiteradas muestras de amor polidireccionales. Ya que la jornada se nos presentó como absolutamente atípica para un festival de rock, al menos fue un auténtico placer tener reunidos tanto buen gusto y elegancia funk, jazz y soul en la numerosa banda de este hombre que más se ganó a los asistentes según la noche avanzaba.
Por fin, llegaría Fito, razón única y exclusiva por la que gran parte del público estaba ahí para ofrecer su sobrevalorado cancionero que cae siempre en los mismos clichés. El ex-Platero y Tu intentó animar el asunto siempre que pudo avivando sus temas dándoles un tempo más cercano al rock n roll clásico, pero fue inevitable el aburrimiento en las baladas, eso si, coreadas hasta la extenuación. En lo personal no le veo sentido ni coherencia alguna a la versión de «Deltoya» de Extremoduro, banda con la que tuvo mucho que ver, pero ahora tiene más con Calamaro, como demuestra su inminente gira conjunta.
Es increíble lo relativamente ignorada que fue su banda anterior y las masas «40 Principales» que arrastra hoy el menudo guitarrista. Estas, anonadadas ante la figura de perdedor afable y luchador que representa Fito, se sorprenden por gestos tan «rockeros» como posar el cigarro entre las cuerdas de la guitarra. Pero el artista fue ovacionado ampliamente y demostró una vez más que es falso el dicho de que nadie es profeta en su tierra. Claro que también se vieron entre los asistentes sospechosos bailes de rock que ni el programa de la Igartiburu y que podrían desacreditar cualquier cosa.
|Punto y aparte newyorker|
Por fortuna la cosa no quedaría así y algunos podríamos quitarnos esta sensación de indiferencia ante el fenómeno «Fito» gracias a los New York Dolls. Allí estaba la mítica banda de punk-rock glamuroso encabezada por su cantante, estático cruce entre Joey Ramone y Mick Jagger pero también por un Sylvain Sylvain (in Bilbao Bilbao) que animó el cotarro. En principio no parecían ir a triunfar demasiado pero se metieron al público en el bolsillo como los cabezas de cartel, aunque modestos, que son.
Basaron el setlist en clásicos, principalmente de su debut y algunos temas de su nada desdeñable disco del pasado año, con una mayor presencia de los coros que en estudio, destacando la versión «You Can’t Put Your Hands Around a Memory» del que fuera su compañero, Johnny Thunders. Un concierto entrañable y generoso, con la banda regresando un par de veces al escenario y aún así se hizo corto.