Algo que deja la mosca detrás de la oreja de este Bilbao BBK Live es la sensación reiterada de que lo mejor de cada jornada ha estado o bien al principio, o al final, o incluso en ambos extremos del horario, flojeando las propuestas masivas. El sábado no fue excepción ya que el festival comenzó con dos propuestas de rock estatal y diferentes pero de notable calidad. En el escenario 2 abrían Smoke Idols con su pop-rock británico que nos recordó a los Oasis más potentes de los inicios. En sonido, ya que la actitud era diametralmente opuesta a los parados de los hermanos Gallagher. Mientras tanto en la carpa estaban The Rebels, practicantes de un power-pop muy eléctrico que se miraba más en Cheap Trick. Aunque actuaron para muchísima menos gente, no estuvieron cortos en arrojo e incluso el cantante acabó destrozando su guitarra sobre el escenario. No está mal para las seis de la tarde.
Entrando en aguas internacionales, nos iríamos a Canadá para disfrutar del folk-rock del trío Elliott Brood que no parecía que fuera a lograr grandes cosas del público en el escenario grande, pero con tesón al final hicieron a la gente corear y bailar. Guitarra, banjo y percusión muy básica para interpretar canciones animadas que evocan parajes de montañas, quizá no tan diferentes del entorno en el que se encuadra el festival, sólo que sin chicas con coronas de flores (¿esto no era cosa del Coachella de hace dos ediciones?).
A continuación, la tentación era grande por ver cómo triunfaban Belako en la carpa, algo de lo que no nos cabía duda. Pero había que primar la exclusiva por ver si Skaters, grupo que explota esa moda del indie surfero (todo muy Wavves) merecía la pena o no. El disco daba de cal y de arena y en directo convencieron, alternando ese par de estribillos irresistibles que tienen, con retazos de punk-rock y de reggae. Además, recordaron al fallecido Tommy Ramone con una versión de «Judy is a Punk» y finalizaron con la cuenta del «Kiss Off» de Violent Femmes un concierto en el que la buena música pudo sobre la pose, que haberla hayla.
Siguiendo una lógica similar aposté por Fira Fem a sabiendas del buen hacer contrastado de Los Enemigos. El caso es que los madrileños no convencieron del todo sobre el autobús de Red Bull, su pop electrónico sonó reiterativo y no en el buen sentido hipnótico que se aprecia en el discurrir del disco. Quizá problemas con el sonido o el contexto. Seguidamente empezaban Band of Horses un recital de altibajos emocionales con muchas paradas en sus discos anteriores. Parece que los barbudos son conscientes de que su último disco no ha cuajado del todo entre los fans y actuaron en consecuencia hilvanando un concierto notable aunque con escaso volumen para la muchedumbre congregada. No es que parezcan una banda ideal para grandes festivales tampoco, su música pide más recogimiento.
EL ONE HIT WONDER Y EL CAPRICHO DE LA INDUSTRIA MUSICAL
Aunque para recogimiento al que nos sometieron The Lumineers. Podría ser uno de tantos eufemismos para rodear la idea que flotaba en el ambiente: los de Denver ofrecieron un rollo de concierto. Por suerte las vacas que a veces pastan por esos montes ya se habrían ido a dormir porque sin duda, The Lumineers las habrían aburrido también. Hay grupos que ascienden demasiado rápido en los carteles de los festivales y luego pasa lo que pasa, son totalmente incapaces de hacer de entertainers para una masa de gente semejante, por mucho que recurran a trucos como interpretar una canción entre el público, como fue el caso de esta banda de pop de revestimiento folkie.
Así que la espera a The Black Keys fue tortuosa y hay que lamentar que tampoco el dúo (en disco, pues en directo hay más que truco) parece estar preparado para ser cabeza de cartel. Y no es en este caso por trayectoria ni por saber hacer compositivo o interpretativo. Precisamente de Dan Auerbach y Patrick Carney no se puede sino recalcar lo grandes compositores e interpretes que son. Pero les falta carisma y cuando juegas en las grandes ligas, tocar no basta. Los largos parones entre temas tampoco ayudaron a crear un clima propicio. Aún así, sabían a lo que venía su repentino masivo público y centraron su repertorio en «El Camino» y «Turn Blue», obviando varios de sus discos anteriores. Es un pensamiento amargo, pero ¿en qué recintos estarían tocando The Black Keys hoy día si no hubieran sacado el vídeo viral de «Lonely Boy»? Así de caprichosa es la música.
Casi apropiadamente en la sucesión, el cierre de jornada llegaría con una especie de juguetes rotos de la industria. MGMT se mantienen ahí, pero no es ningún secreto que su momento hace años pasó y que la gente tan sólo quería escuchar «Time to Pretend» y sobre todo «Kids», antes de irse, ya fuera a la cama o a la carpa. Porque estos hits de electropop no guardan demasiada relación con la faceta de psicodelia dispersa que marcó el resto del recital y que fue repuntada con coloristas visuales. Faceta que por cierto, tampoco está mal, pero carece de la pegada como para contentar a un público con ganas de fiesta a altas horas.
En resumen, un BBK Live que confirma a la cita como un clásico para los de dentro y los de fuera, pero que nos viene a decir que no siempre cifras y calidad se corresponden. Para el próximo año, un cartel igual de interesante en la letra pequeña, pero con algo más de mimo en los cabezas de cartel y entonces sí, podremos hablar de que Bilbao será referente y se ponga a la altura de otros festivales europeos de primera línea. El décimo aniversario así lo merece. Y que se trabaje en eliminar las colas de acceso, el gran lastre organizativo del festival. De momento las mejoras de este año (nueva carpa, aunque aún mejorable en la concentración de calor y humo, zona de relax para quien quisiera evitar los agobios…) han sido un comienzo.
FOTOS: MusicSnapper