/Crónicas///

SETLIST DEPECHE MODE
In Chains
Wrong
Hole To Feed
Walking In My Shoes
It’s No Good
A Question Of Time
Precious
Fly On The Windscreen
Little Soul
Home
Come Back
Peace
In Your Room
I Feel You
Enjoy The Silence
Never Let Me Down Again

Stripped
Personal Jesus

Llegaba una nueva edición del festival de verano bilbaíno, el BBK Live que, a diferencia de su hermano metalero, se encamina cada vez más al pop, ya alejado de unos comienzos en los que diera cabida a bandas como Guns ‘n’ Roses, The Cult o Deftones. El pop fue el gran reclamo, con Depeche Mode encabezando el día generalmente más flojo de asistencia, el jueves y Placebo regresando al festival tres años después en calidad de absoluto cabeza de cartel del sábado. Entre medias y como nombre grande del viernes, la esperada vuelta de Jane’s Addiction al completo, exclusiva en nuestro país pero un tanto desubicada en la tónica musical del encuentro. La crisis acuciaba y un mal resultado podría llevar a tener que echar la persiana como ha pasado con el Summercase, pero la cosa se saldó con buen nivel musical y de asistencia.

|Guiri’s addiction|

El giro a los sonidos suaves por un lado y la decidida apuesta por electrónica por el otro coincide con la apertura del festival a un público, el británico que incluso contó con importantes descuentos en la entrada, una estrategia no muy justa ni para los locales que compran el abono ni como competencia a otros festivales que tradicionalmente atraen al público guiri, especialmente el veterano FIB. El caso es que, tras el bajón de público del mentado Kobetasonik, lo pobladas que estaban las campas de Kobetamendi en esta ocasión, daba idea de lo económicamente acertada de la medida.

Así, entre decenas de guiris con pulseras de festivales de media Europa subimos en el autobús hacia la cumbre para llegar justo a tiempo de Motor, arriesgada propuesta electrónica para las cinco de la tarde. El dúo hacía presencia en el festival al ser teloneros de la gira de Depeche Mode y no es de extrañar el giro electrónico del último disco de los ingleses, ya que esta pareja que han elegido como acompañantes hacen una música que bebe directamente de las fuentes de Kraftwerk o Front 242. El problema es que desde entonces ha llovido y lo que entonces era rompedor, hoy es puro revisionismo y monotonía electro, aunque no opinaban lo mismo quienes estaban ya dándolo todo desde primera hora.

Mucho más interesante era lo de The Gaslight Anthem, banda revelación norteamericana que ha conseguido girar con Bruce Springsteen y que sin embargo aquí sigue siendo una total desconocida. Su evolución desde el punk-rock de pose irlandesa hacia nuevos sonidos melódicos con influencias de blues y soul les ha llevado a juntar con sólo dos discos y un EP, un repertorio envidiable del que dieron buena cuenta pese a la indiferencia general del público, pese a la gran disposición en especial de su frontman siempre sonriente y comunicativo. Como es lógico se basaron en «The ’59 Sound» uno de los discos del año no faltando «Great Expectations», «Old White Lincoln», «Miles Davis & The Cool» ni por supuesto la propia «The ’59 Sound». Himnos de épica callejera que esperemos puedan presentar en sala a no demasiado tardar y así halla tiempo para antiguos temas que faltaron, como «Drive».

|Triunfadores de aquí y allá|

El público local se encendería en cambio con Vetusta Morla, sexteto madrileño que arrastra el triunfo sin precedentes de su primer disco con el que han trascendido la barrera de la independencia pese a su autoedición. No deja de ser raro tener a cientos de personas coreando «Autocrítica», «Valiente» o «La cuadratura del círculo». Está claro que la banda ha fagocitado ritmos y patrones tanto de Radiohead como Standstill, de cuyo cantante el de Vetusta Morla parece un calco, por cierto. Pero también es verdad que temas de la redondez de «Copenhague» o «Un Día en el Mundo» no los escribe cualquiera y esto explica, aunque no del todo, que en directo parezcan una banda tan grande como otras que llevan años en el negocio, por ejemplo Los Planetas. Contaron con la colaboración del público a los coros, amplificaron su ya buena presencia escénica con números percusivos y como viene siendo habitual, adelantaron algún tema nuevo que apunta en la misma senda y augura que mantendrán el tirón al menos a corto plazo.

La fiesta continuó con The Ting Tings, un grupo cuya música tiene tan poca sustancia como extremadamente efectiva resulta en directo. El dúo neoyorkino, a la batería y guitarra desplegó con complicidad total del público su electropop indie, lleno de ritmos entrecortados y frases pegadizas. Por lo que vimos, el batería, también a veces guitarra y al control de los sintetizadores es el alma y motor del dúo mientras que su cantante y guitarrista pone la imagen y anima el cotarro. Por si fuera poco con su divertido y fresco repertorio (especial atención a sus hits «Shut up and let me go» y «That’s not my name»), hicieron guiños a temas populares donde cayó hasta la música de los cazafantasmas. Un concierto en definitiva muy festivo que podría incluso haber brillado más en la noche, tras unos Depeche Mode.

De vuelta al escenario grande estaban Editors, una de las más afianzadas bandas que junto a Mäximo Park o Interpol surgió del expolio que el mundillo indie hizo del post-punk ochentero hace unos años. Lo hicieron muy bien y desde luego la entrega fue su punto fuerte, en especial de su cantante que se debatía entre guitarra y piano y su bajista, rol determinante en este tipo de música. Ambos además eran encargados de reforzar el sonido por medio de sintetizadores, consiguiendo generalmente dramáticas texturas de pop bailable. Sin embargo, mientras que sus singles y temas más animados calaron perfectamente en la audiencia, los temas más profundos y oscuros no daban la sensación de cuajar en el entorno de Kobetamendi, sensación que ya tuvimos hace años con los también oscuros Ladytron. Aunque cayeron hits como «Munich», «An End Has a Start», «Smokers Otside the Hospital» o «The Racing Rats», echamos en falta «All Sparks», uno de sus primeros éxitos.

|Depeche Mode: Demasiado nuevo bajo la luna|

Finalmente dieron paso a unos de sus maestros, Depeche Mode que venían con todas las papeletas para triunfar. Gahan, Fletcher y Gore viven una segunda juventud desde que editaran el tremendo «Playing The Angel» y mantienen la expectación pese a que el bajón de su reciente «Sounds of the Universe» ha sido considerable. Esto hacía prever lo que sucedió, un setlist con demasiado tema nuevo, que si bien hace un par de años hubiera sido razonable esta vez no. El comienzo fue frío incluso para una banda de sus nocturnas características. «In Chains», «Wrong» y «Hole to Feed» comenzaron el concierto demostrando que Depeche Mode son de esos artistas consagrados que piensan ajenos a la realidad que su último disco es el mejor. Y eso ni las pantallas, con conseguidos efectos, vídeos o imágenes de la banda captadas en tiempo real y tratadas en blanco y negro, lo podían camuflar.

Menos mal que se abrió la veda de los clásicos con «Walking in my shoes», gran momento acompañado de imágenes prácticamente estáticas de un cuervo, todo un detalle que un grupo grande sepa utilizar los visuales con contención y no juegue a apabullar continuamente. Así el concierto despertaba hacia algo grande con el siniestro tecno-pop de «It’s No Good», uno de los primeros grandes momentos de la noche, pese a los problemas de sonido voluble que tuvimos. Hay que decir que si algo ha obrado los años en el repertorio de los ingleses es la actualización de sus patrones electrónicos y es que, tal vez por influjo de su última entrega más electrónica, ritmos y sintetizadores se ven muy acentuados en directo, aportándoles una dimensión más techno de la esperada. Y la cosa siguió en alza con «A Question of Time» y con el clásico reciente, «Precious». «Fly on the Windscreen» no funcionó del todo y menos aún el bajón de «Little Soul».

Depeche Mode es una lucha de egos entre Dave Gahan y Martin Gore, a cual más divo y así no es de extrañar la inclusión de «Home» en el repertorio, aunque si sorprendió su formato absolutamente desprovisto de artificios, lo que llevó a mayor glorificación del principal compositor de la banda. Además serviría a Gahan para oxigenarse ya que si bien no hay mucho que achacarle, no se le vio en la mejor de sus formas. Tras un último vistazo doble a su último disco con «Come Back» y la grandilocuente y marcial «Peace». quedaba el camino libre para encadenar una traca final con algunos de sus temas más insignes, «I Feel You», la siempre esperada «Enjoy the Silence» (con las pantallas mostrando al trío con trajes de astronauta) y «Never Let me Down Again», momentos en que se cubrieron de gloria ante todo el público asistente y único instante, en la citada «Enjoy the Silence» en que el frontman hizo uso de la plataforma que dividía al público en dos, tal vez muestra del cansancio físico acumulado.

Así se despidieron para después salir a hacer el correspondiente bis, una «Stripped» que sufrió de la manía de los grupos guiris de destrozar canciones intentando hacer que el público las cante y la inevitable «Personal Jesus» de nuevo con vídeos de los miembros de la banda y mujeres contoneándose, efectivos a la vez que un poco cómicos. A veces los conciertos en festivales tienen cosas buenas y es que, aunque DM tocaron menos que en estadios, terminaron con su tema emblema en vez de con un segundo bis finalizado con «Waiting for the Night» como en valladolid, sin ir más lejos. De todos modos, considerando la amplia trayectoria de la banda y las joyas de su repertorio, parece increíble que la banda vaya a piñón, calcando setlists en toda la gira, dejándose fuera temas de la fuerza de «Strangelove», «Dream On», «Black Celebration», «John the Revelator», «But Not Tonight» y muy especialmente «Everything Counts».

Al día siguiente saltó la noticia de la cancelación de los conciertos en Sevilla y Portugal porque Dave Gahan al parecer se lesionó sobre el escenario bilbaíno, cancelaciones que se unen a otras cinco que ya hicieron en su día por gastroenteritis de Gahan. Parece que no es el año del cantante.

|Mezclas imposibles|

Por fortuna la cosa aún no había acabado y Basement Jaxx protagonizaron una de esas sorpresas de última hora a la que nos acostumbran los festivales de Last Tour, que siempre programan otro grupo después del cabeza de cartel. Ha llovido desde que la pareja de productores de Brixton revolucionara el mundo del house con «Remedy» o «Rooty» y sus frescos singles. Parece que desde entonces le han ido cogiendo más y más gusto a la fusión y a la música en vivo, porque eso lejos de un concierto de electrónica era una fiesta al uso con unas 10 personas deambulando por el escenario demostrando su versatilidad. La pareja estaba en principio parapetada tras sus instrumentos, pero no dudaban en salir bien con la guitarra eléctrica, bien a cantar y demostrar dosis de frontman impropias por lo general de un DJ al uso.

La fusión de sonidos negros de todo tipo, con bengalíes, mexicanos y por supuesto dance y rock, fue una constante y cada canción parecía una continua reinvención que dejaba al público patidifuso. Incluso se permitieron destrozar hits como «Romeo», que fue interpretada por la oronda y negra cantante casi a capella. No pasó eso con la salsera «Bingo Bango», con la reinventada «Red Alert» ni especialmente con su tema más salvaje, «Where’s Your Head At» en el que uno de los cerebros del grupo se dejó la voz y las fuerzas. Y luego más mezcla, hip-hop, funky, guitarrazos y solos propios del heavy metal, música étnica… gente disfrazada en todo momento, un trompetista por aquí, una bailarina por allá, una locura. Desde luego, seguramente Basement Jaxx no tengan a día de hoy a la crítica especializada tan pendiente de sus movimientos pero que lo pasan bien y lo hacen pasar bien, es indudable.

VIERNES | SÁBADO

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9 de julio de 2009