/Crónicas///

Betunizer – Sevilla (17/05/2014)

7.7
Malandar, medio lleno
Precio: 10 €

La coincidencia con un festival de claro carácter lúdico justo en la otra del Guadalquivir y con concierto de Maryland, además del buen tiempo que habría propiciado escapadas en masa a la playa y ya, como coletilla habitual, el siempre socorrido argumento de la crisis, impidieron que el fantástico triple cartel que ofrecía el pasado Sábado la sala Malandar bajo el epígrafe de Hala-Hala Party (ya volumen 3) organizado por Meridiana aglutinase más de un simple medio lleno a pesar de la calidad de las bandas implicadas: dos de las realidades más sólidas y respetadas del undeground e indie nacional menos acomodaticio y uno de las bandas locales más pujantes y auténticas.

Abrieron, con cierto retraso que al final jugó en contra de la última actuación de la noche, Miraflores ante escaso personal. La banda, conformada por veteranos de la escena sevillana, volvió a darlo todo con su post-punk-noise con algún toque kraut que mira de frente a The Gun Club, The Birthday Party o The Fall. La verdad es que los hemos visto ya varias veces y gracias a ello hemos podido ir viéndoles crecer en su directo áspero y sin concesiones, intenso, reflejado perfectamente en la desquiciada figura de su frontman, Capitán ERC, que se pasó gran parte del set arrodillado y gritando ante la muralla de ruido de sus compañeros. Actitud.

Siguieron Betunizer, a los que había muchas ganas de ver, ya que la última vez que se pasaron por aquí, hace año y medio, fue en un Lunes de madrugada y lloviendo a mares. Consiguieron reunir, por tanto, el mayor volumen de público de la noche, ansioso de oír su post-hardcore matemático en el ritmo y peculiar en las letras. Sin moverse demasiado y hablando José Guerrero al principio lo justo para pedir al público que se acercase, afrontaron los temas de “Gran Veta” al sonido adecuado, el máximo (a día de hoy, aún me pitan los oídos, el mal de la primera fila); quedando claro que “Ford Carrillada”, “Aleluya” o “Cadera Española” son ya nuevos nuevos hitos a añadir a su discografía.

La compenetración entre los tres es ya bien conocida por todos, con esa base milimétrica a la batería de Marcos Junquera sobre la que bailan la juguetona guitarra de José y el bajo de Pablo Peiró, al que incluso le pidieron que le subiera el volumen si es que no era ya infernal. De todas formas, así es como tienen que sonar clásicos del underground estatal como “Aguilucho es el hijo del águila” o la muy celebrada “Imagina que matas a Jota”. Ganadores de la noche.

Sin embargo, a Fasenuova les tocó sufrir los efectos del retraso acumulado: subieron casi a las doce en punto, cuando a y media tenía que cesar el sonido de directo en la sala. Así, a pesar de afrontar el directo con la intensidad telúrica habitual, con Ernesto Avelino soltando alaridos y moviéndose espasmódicamente por todo el escenario, y Roberto Lobo lanzando beats pesadísimos, a veces cuasi-techno, sazonados con brillantes melodías sintéticas, y que sonaron un puñado de sus mejores canciones como “A la quinta hoguera”, “Soldados del futuro” o “Vamos a bailar a la noche”, nos quedó sensación de coitus interruptus cuando les pidieron que terminaran. Por la expresión de Ernesto, diría que ellos también sintieron lo mismo.

 

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