Alentado más por las alabanzas hacia su anterior paso por nuestro país que por otra cosa, conseguí vencer la pereza de un día de perros al más puro estilo bilbaíno y acercarme un miércoles al Balcón de la Lola, para ver a una de las bandas ambientales más interesantes de los últimos tiempos. Los tejanos Balmorhea no responden al estereotipo redneck de la América rural, con sus sudaderas de capucha y sus gafas de pasta de escuela de arte, pero sin embargo si que toman importante herencia del folk a la hora de aportar calidez a lo que de otra manera no tendríamos mucho pudor en llamar post-rock. A eso le añadimos instrumentos clásicos como violín, cello y piano y tenemos una mezcla bastante única y delicada.
Primero abrió fuego Moby Dick. El cantautor getxotarra continúa en su estela de conciertos impecables donde su garganta y guitarra cruzan folk-rock y grunge, los 70 y los 90 y versiones lo mismo de Velvet Underground («Venus In Furs») que de Kyuss («Green Machine»), adjudicándolas siempre su sonido y tempo propios. Estas se entremezclan entre temas propios como «Flesh and Bones» donde los ecos van de Nick Cave a Eddie Veder o incluso David Eugene Edwards, si bien es cierto que su música es un conjunto de claroscuros donde no vence siempre la oscuridad y además siempre aborda sus actuaciones con mucho sentido del humor, en este caso, incluso bromeando a costa del impronunciable nombre de sus teloneados.
Respecto a Balmorhea, desde luego el resumen es que en directo son infinitamente más divertidos que en disco y que se conforman un buen setlist que de idea de los diferentes registros que pueden tocar. Para esto no se centraron en su último disco «Constellations» sino que echaron mano de diferentes momentos de sus tres discos. No faltaron las calmadas piezas basadas en piano o guitarra, pero les pusieron el contrapunto con otras pobladas de cánticos o coros mántricos, momentos de mayor agitación con especial énfasis en la percusión, etc. La formación contaba con violín, y dos cellos, batería y lo que parece ser el núcleo de la banda, el dúo que se alterna acústica y piano según convenga, recurriendo también al banjo esporádicamente. Desde luego, son capaces de crear climas muy agradables que van de la melancolía a la tensión o la festividad.
Dejaron sin duda un buen sabor de boca en su segunda visita a Bilbao y esperemos que sigan acordándose de nosotros, incluso si el futuro les da un éxito como para llenar recintos más grandes.