No se puede obviar el voluntarismo de los británicos 65daysofstatic, superando la “eclosión” que tuvo el género llamado post-rock tras el cambio de siglo, por ofrecer nuevas vetas al diseño de un estilo con muchas posibilidades si se rebasan los formalismos de las esencias del sonido puramente rock. No contentos con la integración de la electrónica, sus dos últimos trabajos (la revisión de la banda sonora de la película de 1972 “Silent Running” y la música para el videojuego “No Man’s Sky”) han explorado nuevos paisajes cercanos al ambient que denotan un arduo interés por los dispositivos tecnológicos. Ahora bien, cuando hablamos del directo, ¿hasta qué punto hay que valorar, en una banda que domina con aptitudes interpretativas sus instrumentos, esa traslación de las múltiples capas sonoras generadas a través de la programación que se ejecuta de forma simple y funcional cuando se pulsa un botón o se golpea con los dedos una pantalla?
Por otro lado, aunque esas últimas obras de los de Sheffield representan una oportunidad de firmar encargos ajenos que no se desvían de la estela de los pilares estilísticos que guían su carrera discográfica, el nuevo material exige imbricarse con el repertorio clásico. Por eso, la sucesión de canciones de “No Man’s Sky” (cuya presentación es el motivo principal de esta gira) y del álbum de 2013 “Wild Light” (base ambos del setlist antes de bises, con la excepción del tema “Install A Beak In The Heart That Clucks Time In Arabic”) supuso un riesgo. Porque la sensación de hastío puede embargar al espectador si, a una sobredosis de interludios etéreos y abstractos que parecen no conducir a ninguna parte, añadimos varias piezas como “The Undertow” (ejemplo de la progresión de sonidos furiosos hasta la fragilidad de los acordes del piano o viceversa) que al final parecen una sola canción ejecutada en un infinito bucle. Y es que mientras “We Were Exploding Anyway” (2010) constituyó el epítome o zénit a una primera etapa discográfica con una cada vez mayor presencia de máquinas, “Wild Light” supuso escorarse más que nunca a la electrónica buscando la épica. Por ello, a pesar de la versatilidad de la primera línea (en especial el guitarrista Wolinski y el bajista Wright, alternando las cuerdas, respectivamente, con piano y sintetizador) e independientemente de una ejecución compacta y vibrante –sumemos un juego de luces soberbio-, los riffs arpegiados con aires de mandolina etérea y las rupturas distorsionadas y oscilantes de la percusión de la sección rítmica (bajo y batería) dibujaron una simetría que, por momentos, rozaban una linealidad de contenido tan lisérgica como peligrosamente al borde del tedio.
Para afrontar la recta final rescataron, por fortuna, el clásico “I Swallowed Hard, Like I Understood” de su primer disco “The Fall of Math”. A partir de ahí, la intensidad creció exponencialmente con “Radio Protector” y “Safe Passage”, momento tras el que, después de un brevísimo descanso, regalaron en bises el momento más bailable de la noche (“Crash Tactics”) y un broche perfecto con “Retreat! Retreat!”.
Fotos: Mariano Regidor