/Crónicas///

Pains of Being Pure at Heart, The – Bilbao (20/11/2009)

Kip Berman, Kurt Feldman, Alex Naidus, Peggy Wang, (Christoph Hocheim)
8.0
Santana 27, Medio lleno
Precio: 12 €
Géneros: ,

Buena muestra de las virtudes de la última hornada indie la que pudo apreciarse en Santana 27 dentro del festival Greenspace. La gira de los fenómenos del indie teenager The Pains of Being Pure at Heart, acompañada por un telonero de lujo como es Bradford Cox (cerebro de Deerhunter) con su proyecto en solitario Atlas Sound.

Cox, considerado uno de los compositores más brillantes del panorama alternativo de los últimos años demostró que no hace falta tanto para llenar un gran escenario ni captar la atención. Él sólo sentado, manejando su guitarra, armónica y secuenciando los no pocos elementos electrónicos de su evasiva propuesta, consiguió emocionar. Puede que términos como post-rock o experimental acompañen las escuchas de sus dos discos editados, pero en directo la sensación fue bastante más orgánica y su cálido timbre de voz le acercó unos cuantos años luz a la psicodelia espacial de Spiritualized. Y como en la música de los británicos, en la de Atlas Sound se nota que las raíces están bien ancladas en los sonidos del pop y del rock más clásico, aunque los lleve a otro nivel de abstracción.

Tal vez demasiado seria la propuesta de Atlas Sound frente a lo que prometía el concierto de los Pains; diversión, inocencia, despreocupación… y todo eso dieron. Nos temíamos varias cosas del cuarteto, falta de experiencia o de tablas, actitud engreída de niñatos y en definitiva todo los males que pueden derivarse de que tu primer disco sea elevado a las estrellas por la crítica indie de la noche a la mañana. Por fortuna no fue así, el cuarteto, quinteto en directo, se mostró simpático, mayormente tímido aunque se fue soltando, especialmente el cantante que incluso distribuyó latas de Heineken de su catering entre las primeras filas. Como niños se lo pasan y algo nos dice que ese es el secreto de su éxito.

La otra duda era en cuanto al sonido. Lo poco que pude disfrutarles en el Primavera Sound parecieron rockear, pero claro, en un festival en el que My Bloody Valentine electrificaron a todos parecía normal que los pupilos quisieran estar a la altura. Definitivamente en Bilbao comprobamos que las guitarras crujen, más incluso que en disco, lo que hace más las delicias de los amantes del indie-rock que los del pop. Hay quién se queja de que la voz no suena lo suficientemente alta pero señores, de eso se trata, de moverse en el equilibrio del llamado noise-pop. Lo que si es cierto es que los coros de la teclista más que oírse se intuían y es una pena porque le da un color a las canciones que se echa en falta sobre todo tras unos cuantos temas ya que, tampoco nos engañemos, sus canciones siguen patrones bastante similares entre sí.

La cosa arrancó fuerte con «This Love is Fucking Right» para recordarnos con «103» que tienen un reciente EP que sigue la estela brillante de su celebrado debut. Deliciosos clásicos de 2009 como «Young Adult Friction» o «The Tenure Itch» caían en la primera parte del concierto dejándonos la sensación de que los setlists de los Pains son totalmente irrelevantes, porque las canciones interpretadas al comienzo son tan «singles» como las reservadas para el final. Con unas bailamos un poco más, con otras movemos la cabeza acompañando la distorsión y con otras nos dejamos invadir por el trance shoegazer pero destacar momentos por encima de otros es harto complicado, al margen de destacar las propias canciones favoritas del disco, que en mi caso podría ser por ejemplo «Come Saturday» o «Everything With You». El peor momento, regido por los mismos parámetros la casi lounge «Falling Over».

Además de repasar el EP al completo y el disco casi, recurrieron con acierto a la cara b de su bautizo, «The Pains of Being Pure at Heart» así como a un tema inédito. Puede que no sean la mejor banda del mundo, ni seguramente lo lleguen a ser, ni siquiera sabemos si serán capaces de editar un segundo disco a la altura, pero lo que está claro es que son un disfrute en directo y nos traen volátiles momentos de felicidad que merecen mucho la pena. Porque nos dejaron con una sonrisa cuando pusieron fin a su actuación con la rítmica «Gentle Sons». Y porque sabemos que si siguen dando conciertos a esta altura, se correrá la voz y la próxima vez que los veamos por aquí no estaremos tan a gusto.

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20 de noviembre de 2009