/Crónicas///

Hamlet – Bilbao (05/03/2011)

J. Molly, Luis Tárraga, Alberto Marín, Álvaro Tenorio, Paco Sánchez
7.8
Kafe Antzokia, 3/4 de sala
Precio: 13/17 €

Echando la vista atrás una banda como Hamlet tiene a día de hoy demasiadas connotaciones, muchas de ellas extramusicales. Polémicas, cambios de estilo, de formación, conexiones con otros mundos de la farándula, personalidades que caen bien, mal o regular… pero recuerdo que cuando descubrí «Insomnio» pensé que aquel era un gran disco. Y la verdad, por aquel entonces ni siquiera estaba yo muy interesado por el numetal californiano (apenas un «Life Is Peachy» se hacía paso en una colección de discos más próxima al crossover de Faith No More, Red Hot Chili Peppers o Rage Against The Machine).

Así que en aquella primera aproximación en casette a Hamlet no aprecié a unos seguidores de Deftones, sino tan sólo una banda agresiva con destellos melódicos que la hacían atractiva muy por encima del panorama metálico nacional. Hoy por hoy sigue pareciéndome su mejor disco y el más equilibrado, entre el toque más trashcore de «Revolucion 12.111» y las melodías a tempo más lento de «El Inferno». Forman fácilmente el podium de discos de la banda y en este caso parece que el público es sabio, ya que sus ventas han propiciado esta gira de celebración por los 3 discos de oro obtenidos. Para muchos fans de la banda y para los que sólo valoran aquella época, el concierto se presentaba como una oportunidad estupenda de escuchar clásicos olvidados.

En primer lugar hay que comentar que se nota que la banda está orgullosa de su evolución, por abrupta que a veces haya sido. El concierto cargó mucho las tintas en «El Inferno». Así el concierto se abrió con el sample de electrónica que introduce «El mejor amigo de nadie» para poco después continuar con «Vivir es una ilusión» o «Denuncio a Dios», algunos de los mejores temas de aquel disco así, a bocajarro. Otros no tan brillantes «Buena Suerte» o «Por Qué» también hicieron aparición entre saturación de guitarras. En momentos excesiva, ya que por meter tralla, incluso en canciones con notable componente melódico como estas, pierden mucho de su esencia.

Pudiera parecer que la banda pensara enfocar el concierto en bloques de cada disco, de más reciente a más moderno y hubiera tenido sentido. Pero no, tocaron más temas de «El Inferno» porque les apeteció, ya que todavía quedaban «Mi Nombre es Yo», «Perdóname» o «No Soy Igual» para ir alternando entre temas de sus otros dos discos. La primera que rompió el telón de acero fue «Tortura Visión» cuyo riff encendió los ánimos y dejó claro cuales eran las canciones que la gente esperaba realmente. Y eso que la banda, con Molly ejerciendo de frontman ya tenía al público ganado desde hace tiempo. Desde el primer momento, vaya, la gente coreaba las canciones y levantaba el puño dentro de un clima muy festivo que coincidía con carnavales y la abundante presencia de disfraces en la sala.

Y es que Molly se ha convertido en un frontman de lo más efectivo para una banda de metal. Aún con todo cliché, sabe halagar al público y también desafiarle y se pudo constatar que físicamente está a la altura de interpretar canciones de cuando tenía unos cuantos años menos. De hecho en algunos momentos llegaba hasta a pecar de ridículas las carreras de un lado a otro del escenario entre verso y verso. Claro que, teniendo un micrófono inalámbrico bien fácil lo hubiera tenido para introducirse entre el público y se conformó en general con acercarse a las escaleras. Cuando no daba vueltas frenético por el escenario solía tocar una lenta (sobre todo de El Inferno, claro) y sacaba su pie de micro con calaveras, que ya que lo tiene hay que lucirlo.

«Odio» y «Muérdesela» continuaron el paso triunfal de Hamlet por la gloria del pasado con la mayoría del público coreando sus crónicas de desarraigo social, denuncias de autoritarismo y la intolerancia y en definitiva, todos los tópicos de la rabia adolescente en canciones de pegadizo rap-metal. «Habitación 106» y «El Color de los Pañuelos» fueron algunas de las incursiones en el aún más añejo «Revolución 12.111», que a raíz de la aceptación por el público, se vio revalorizado también. «Antes y Después», uno de sus temas más emblemáticos de «Insomnio», no fue en cambio tan magnético como cabía esperar, al menos la interpretación no colmó las expectativas y no consiguieron clavar el juego de velocidades.

La banda, en general competente y claramente comandada por Luis Tárraga, salió del escenario cuando realmente parecía que se dejaban infinidad de grandes temas, si bien habían tocado bastante. Regresaron primero para marcarse la tremenda «Dementes Cobardes» una canción de la que el cantante comentó que seguía tan vigente como el día en que se escribió y en la que problemas con el micro no ayudaron, suerte que si había un tema con toda la sala dispuesto a bramar la letra era justo ese. Una «Tu Medicina» que encendió los ánimos antes de retroceder en el tiempo de nuevo con «Egoísmo» y un final apoteósico con «J.F.» y Molly dándose un baño de multitudes saludando a las primeras filas y subiendo a la balconada.

Hamlet tuvo al público bien metido en el bolsillo y desde luego con el propio concepto del concierto, poco margen de error había. Sin embargo y pese a ciertos hits insaltables, no parece que escogieran el mejor setlist o al menos no el más variado dentro de lo que cabía. Se nota que los años pesan y no les apetece tanto revisar los tonos más trash de Revolución 12.111 como las melódías saturadas de riffs a medios tiempos de El Inferno, que resultaron excesivas quedando fuera otras como «1998» de Insomnio, sin ir más lejos. Disco este último por cierto, del que tampoco se sacó todo el partido deseable, quedando fuera mucho himno.

Con todo, los madrileños se anotan un tanto histórico con esta gira, dejando patente como, años después de que la moda numetal esté muerta y enterrada, sus canciones, las más decisivas de aquella escena en nuestro país, pueden salir a la superficie para triunfar siempre que sea necesario.

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5 de marzo de 2011