/Crónicas///

Día de la Música – Madrid (23/06/2012)

8.0
Matadero de Madrid,
Precio: 40 un dia / 66 abono

Hubo alguna actuación algo antes, pero nuestra jornada se inició al completo con la actuación de Frankie Rose en el escenario Spotify, dónde ya hubo bastante gente disfrutando de la nueva promesa chilena Francisca Valenzuela. El techado escenario y el gran acierto de aire acondicionado permitió disfrutar de un concierto muy interesante por parte de esta componente de otras bandas neoyorquinas como Crystal Stilts, Dum Dum Girls o Vivian Girls. Pop psicodélico muy soleado, pero desde el punto de vista más fresco, nada que ver con la asfixia que había en la plaza de Matadero. La misma que tuvieron que sufrir los blanquitos y simpáticos miembros de Fanfarlo en el Escenario Radio 3, a unas horas intempestivas. Hay que reconocer que el Matadero es un entorno sensacional para la celebración de un festival, entre la forma de L que permite abarcar dos escenarios principales como las naves (quizás siguen pudiendo sonar mejor, pero el acierto del aire acondicionado ha puesto la comodidad del festival muchos escalones por encima de la edición pasada), pero el problema horario de tener que cerrar apenas a las 00:30 condiciona las actuaciones de algunos grupos que merecen horarios menos «luminosos» y calurosos. El caso de Fanfarlo y el de Mercury Rev fueron de los más flagrantes, aunque hay que reconocer que las dos bandas salieron más que airosos. En el caso de los primeros, que es el que toca, lo hicieron haciendo un buen repaso a su repertorio aunque eso supusiera cambiar mucho como suenan las canciones de su debut «Reservoir». Los cinco polivalientes miembros se ajustaron al sonido de más vivo de su reciente «Rooms Filled With Light», dónde demostraron que con temas como «Finish Line» o «Tightrope» tienen mucho que decir, aunque sea a costa de nuestro sudor y de nuestro moreno.

Empezaba a caer algo el sol, aunque no daba tregua del todo, cuando el casi albino Britt Daniel salía al escenario encabezando a los primeros cabezas de cartel del día, Spoon. Su rock saltarín, no exento de influencias variopintas que van desde la Americana, al Indie más noventero que en su día practicaron, animó el cotarro pero no terminó de contagiar a un público aun frio precisamente debido, pese a la aparente contradicción, al excesivo calor. No faltó la vacilona “I Turn Of My Camera” para animar y menear culos, así como tampoco olvidaron “The Underdog”, uno de los temas más jaleados por el público que a petición del propio Daniel, se encargó de interpretar con sus gritos los vientos que en esta ocasión no acompañaban a la banda. Buen concierto de una banda que demostró unas tablas y una seguridad en su propuesta que pocos grupos del festival podrían igualar. Y si había alguno que no solo los igualaba, sino que los superaba ampliamente, esos eran los Mercury Rev de ese mago llamado Jonathan Donahue. Venían a tocar de forma íntegra su reverenciado “Deserter´s Songs”, y eso hicieron de forma incontestable. Ni los ya harto mencionados 30 grados de calor, ni un público que no parecía en su mayoría saber demasiado de que iba todo aquello, pudieron con la formación de Buffalo que una vez más bordó una actuación llena de carisma, sutileza, y cuando la cosa lo requirió, de esa épica y esa grandilocuencia que tan bien encauzaron en aquel imprescindible álbum de finales de los 90´. Un Donahue elegantísimo se fue haciendo poco a poco con todo el público gracias a sus bromas, su ironía, y su encantadora sonrisa, y para cuando sonaron “Opus 40” o “Goddess On A Hiway”, hasta los más despistados del lugar estaban en los bolsillos de sus apretados pantalones de pana granates. Hechizados caímos rendidos ante una banda que demostró estar en otro nivel diferente al de casi el 100% de las bandas del festival.

Y llegó el turno de Love Of Lesbian, y de la polémica. Los cabezas de cartel patrios, y gran reclamo del cartel en esta edición del Día de la Música arrancaban su actuación con la mitad (si llegaba) del público que se podía esperar. La razón, que justo en frente jugaban en su contra nada más y nada menos que los campeones del mundo de fútbol. La, para algunos errónea, decisión de retrasmitir el Francia–España perteneciente a los cuartos de final de la Eurocopa, trajo consigo una imagen un tanto surrealista con muchísima gente cantando los goles de La Roja mientras Santi Balmes y los suyos trataban por ejemplo de emocionar con la suave “Wio, Antenas, y Pijamas”. Polémicas aparte, LOL mostraron el pop-rock épico de su reciente nuevo disco junto a todos sus clásicos (“Allí Donde Solíamos Gritar”, “Club de Fans de John Boy”, “Si Tú Me Dices Ben, Yo Digo Affleck”…) a lo largo de las dos horas que convirtieron su actuación en la más larga del festival, y una vez más mostraron que su propuesta está tan asentada, que pocas adversidades, ni que sea la selección española de fútbol, les hará perder su partido sobre las tablas.

Quedaba ver si el papel de cabeza de cartel del evento se le quedaba grande a unos Maximo Park que están lejos de su mejor momento y creo que en cierto modo así fue. Es cierto que de momento eligieron repasar su gran disco «A Certain Trigger», así como buen repaso a su segundo trabajo «Our Earthly Pleasures», empezando con «Girls Who Play Guitars». Estamos ya acostumbrados a ver como el cantante de la banda de Newcastle, Paul Smith, se dedica a dar el 100% encima del escenario pero quizás en el Día de la Música la historia nos supo algo forzada. Una especie de violencia sobreactuada y exagerada que nos gusta por la entrega pero que no siempre funcionaba como debía. Hacía el final del set acudímos a ver el final del set de Apparat, que a toro pasado fue uno de los triunfadores del festival con su propuesta en formato live. Metronomy fueron otros que triunfaron y congregaron un buen número de ojos frente a su escenario, incluso consiguiendo poner a bailar al respetable. Los ingleses se ganaron fácilmente la simpatía de todos, ya sea por contar en sus filas con el magnetismo de Anna Prior (batería) y su brillante vestido, Gbenga Adelekan (bajo) y su tupé o con el extraño Oscar Cash (teclados). Joseph Mount estuvo muy solvente, sobre todo interpretando las piezas más calmadas del repertorio. Nos quedamos innegablemente con «Everything Goes My Way» o «The Look», pero los buenos momentos durante toda la actuación se sucedieron sin cesar con esa buenísima puesta en vivo de un cóctel que auna a la perfección el synth pop, el funk y hasta la electrónica más fiestera. Era difícil encontrar mejor cierre, aunque todos nos quedamos con ganas de más.

Contenido relacionado

23 de junio de 2012