/Crónicas///

Bouncing Souls – Bilbao (06/09/2012)

Greg Attonito, Pete Steinkopf, Bryan Kienlen, Michael McDermott
7.7
Azkena, 3/4 de sala
Precio: 12/15 €

La entrañable banda de punk melódico Bouncing Souls comenzaba gira nacional en Bilbao. Entrañable primero porque son una de esas formaciones que acompañan a muchos desde los 90. Llegaron un poco tarde a la ola de fama del hardcore melódico de la época y por ello siempre han estado unos peldaños de popularidad por debajo del resto. Por eso y suponemos por el hecho de que no son californianos sino de New Jersey y se codean con una escena algo diferente, tema que tratan directamente en uno de sus himnos que después escucharíamos.

Pero antes estaba Dave Hause. Este cantautor punk-rock, que también milita en la banda The Loved Ones, realmente se ganó los respetos del público. Su música engarza bien con la de Bouncing Souls, en el fondo ambos tienen ese afán por llevar el punk-rock a mayores cotas melódicas, donde este choca con folk y con pop. En el caso de Hause es difícil no apreciar en él esos aires tradicionalistas que encontramos sin ir más lejos en toda esa corriente de raíces americanas (y quién dice americanas dice irlandesas) puesta en todos los focos por The Gaslight Anthem. No nos sorprende nada enterarnos que Hause es de Philadelphia. El caso es que interpretó unos once temas siempre en solitario, unos con eléctrica, otros con acústica y alcanzando cotas emocionales con «Jane» de su banda madre, momentos más frágiles como «Time Will Tell»,festivos como «C’Mon Kid» o triunfantes como el medley que hizo con un tema de Loved Ones, el «Coma Girl» del maestro Strummer y el brindis a su memoria con el «Constructive Summer» The Hold Steady.

Una hora después de empezar Hause, a las 22:00 (muy bien la puntualidad del concierto), salieron a escena los cuatro miembros de Bouncing Souls que venían presentando «Comet», un disco nuevo tal vez demasiado pop o nuevo para que sus canciones fueran acogidas de la mejor de las formas. Así los primeros momentos fueron algo fríos pero no porque la banda no hiciera bien lo suyo, pero tenía pinta de que el concierto no sería el desmadre que muchas veces un concierto del género es. Esto era fundamentalmente por la actitud de su frontman, el simpático Greg Attonito, que no parece por la labor de atender a clichés de punk (algo que ya es «punk» en sí) con su camisa y corbata negras y el micro en mano balanceándose adelante y atrás, con mirada a veces ausente. Aunque se bajó alguna vez al público no era precisamente para hacer pogos. De voz se le veía más que solvente y con el tiempo llegó a parecernos inclusa divertida esa manera de encabezar una banda de este género.

Por parte del público la cosa se fue obviamente animando en cuanto los estribillos familiares afloraron y manos y puños comenzaron a volar con «Sing Along Forever» mientras semillas de pogo germinaban en la hooligan «Here We Go!». Nos dio la impresión a lo largo del concierto de que el cuarteto vive su particular lucha por empujar su sonido a territorios más melódicos sin sacrificar su crédito en la escena. Y es que, en alrededor de 25 temas que tocaron, dieron muestra de un cancionero que pivotando en la ortodoxia tiene para todos los gustos. Punk-rock de libro como «Kid», melodías explosivas a lo «The Something Special», hardcore patinador «Lifetime», etc. Pero serían hits adrenalínicos como «That Song», la antes referenciada apología de la fría costa oeste «East Coast! Fuck You!» o la irresistible «Hopeless Romantic», todas interpretadas con nitidez, fidelidad y entrega de los cuatro músicos, aunque la de su vocalista fuera un tanto especial. La recta final nos dejarían la celebradísima «True Believers» o «Kate Is Great» y pronto saldrían del escenario.

No se hicieron esperar a los bises, sólo que salieron con un tema nuevo que enfrío los ánimos, pese a ser de las más rockeras de un disco que, aunque batalló contra la memoria y los clásicos, nos dejó muy buen sabor en directo. Pero ya habría sitio para la sentimental «Lean On, Sheena» de Avoid One Thing o «Gone». Muy pícaros ellos por cierto con el truco de pedir una canción y no plantarse hasta que le piden la que pensaban tocar. Cerraron con carácter, con un tema de base acústica del último disco que seguro que pronto será un clásico para sus seguidores, lo que fue un concierto con muchos clichés del género, himnos de rock entre lo agresivo y lo sentido, coros omnipresentes y nostalgia adolescente por todas partes. Pero todo ello con la sensibilidad y buen hacer de una banda muy solvente y como decíamos, entrañable.

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6 de septiembre de 2012