Hacer una reseña de Za! es todo un compromiso. ¿Me pongo a la altura de su energía subnormal y hago un texto lleno de surrealismo y palabrejos inventados? ¿O hago simplemente una más anodina reseña que intente dar una idea más fiel de lo que «Wanananai» contiene, aún a riesgo de no hacer justicia al mundo estrella del dúo barcelonés? Como me es imposible equiparar mi ingenio al suyo, voy a optar por la opción b.
Za! son una banda que siempre parece en constante expansión, pero que al mismo tiempo es complicado decir si pueden o quieren crecer más y en qué términos. Su trabajo está libre de ataduras, limitado tan sólo a lo que les sale del coco y saben reflejar con sus instrumentos. Y lo hacen cada vez con menos vergüenza además, como bien demuestra ese descacharrante rap sintético que es «Súbeme el Monitor», insertado entre épicas escaladas marcadas por la trompeta que nos recuerdan a otro highlight de su anterior disco, «Navividedeñaña». Morro, cachondeo y genialidad, todo junto hace de Za! lo que son. Para qué se van a devanar los sesos con la lírica si lo que les pide el cuerpo es una suite de tres temas que va del jazz al tropicalismo y el kraut cuya única letra es el mantra «Dime quién lo trae caliente».
Precisamente el kraut es uno de sus ingredientes fundamentales. Y aquí también dan sopas con onda a muchos revivalistas del tema. Ellos no se ciñen a usar el ‘motorik’ ni a epatar con esa electrónica retro tan efectista, le dan a la divagación verdadera, a la exploración más arriesgada y si, por un casual se hiciera plomiza, ya hacen de las suyas para quitarle hierro al asunto. Por ejemplo cantándole a la «Gacela Verde» a través de seis minutos de un clima muy teutón. O pulsando más y más los límites entre la diversión del pasatiempo y la experimentación más dura y cerebral a base de repetición vocal en otro tríptico sonoro como es «Hotto!», «Hottero!» y «Hottesto!». Spazzfrica Ehd y Papa duPau no necesitan ni siquiera un idioma concreto, sino términos sueltos con los que dar rienda suelta a esos primarios instintos musicales y rítmicos que siempre han acompañado a la naturaleza humana y así fundir por ejemplo, tribalismo y electrónica sin rastro (explícito) de premeditación.
Y aunque sorprenderse con Za! ya es de ser muy inocente, no podemos dejar de hacerlo con ejercicios de rap old-school como «Mr. Reality» con su groove soul y todo. ¿Dónde está el límite? Mientras sigamos pensando esto al escuchar un disco suyo, señal de que lo están haciendo bien. «Wanananai» siguen siendo Za! en estado puro, a su rollo. Quien pensara, como tal vez nosotros, que con el tiempo la banda condensaría todo ese buen rollo y locura en un disco más redondo y digerible, se equivocaba, aquí hay aristas caprichosas por doquier. Esta pareja ha venido a pasárselo en grande. A partir de ahí, si conectas con sus frecuencias extraterrestres, eso que te llevas.