¿Fue el debut de The xx realmente uno de los triunfos más inesperados de la última década? Un cuarteto, pronto trío, conformado por unos post-adolescentes retraídos inmersos en la recreación de sonidos que iban en paralelo a las sensaciones de soledad y abandono propios de su edad ¿Acaso no tenían todas las papeletas para cuajar entre las nuevas generaciones que han crecido en sus habitaciones al amparo de horas y horas de flexo, internet y gigas de música, a la mínima que sus canciones tuvieran enjundia, como así sucedió finalmente? Yo diría que bastantes.
Siendo como son uno de los exponentes máximos del ‘pop de dormitorio’ tan propio de estas primeras décadas del milenio, que pasaron de ser simples chicos de suburbios a encabezar festivales pocos meses después del lanzamiento de su debut, podemos imaginarnos la tensión a la que se han visto sometidos Romy, Oliver y Jamie para mantener el nivel y la expectación. De hecho, tres años han necesitado, sólo uno de ellos entero de composición, para conseguir crear «Coexist»; tiempo más que dilatado para la época en que vivimos, en la que en períodos de dos años, aparecen, triunfan y decaen muchos grupos de pop.
Pero con la espera han obtenido sus frutos. En este segundo trabajo encontramos el mismo mimo y cuidado que en su predecesor, y en su mayor parte se mantiene el magnetismo y la magia, que parte tanto del talento conjunto como de la sincera amistad que parece profesarse entre los tres. Cierto es que el tono de las canciones ha cambiado, pasando a ser algo menos oscuras y deprimentes; consecuencia suponemos de un cierto aperturismo tras abandonar el garaje y patearse decenas de festivales y al cada vez más presente y suelto papel de Jamie en las programaciones, considerado ya un dj, productor y remezclador de prestigio.
Sí, “Angel”, el primer single que es casi todo guitarra y voz, de melancólica melodía, puede enlazar rápidamente con lo ya conocido en “xx”, pero a partir de “Chained” notamos los cambios. No diré que sea un tema ‘bailable’, pero sí más movido; no más optimista, pero sí más vitalista. Más grave nos puede parecer “Fiction”, una de las mejores canciones del disco, aunque de nuevo vemos un juego entre sus características guitarras cargadas de eco, la voz de Oliver y los elegantes pero persistentes ritmos de Jamie, que parece que en algún momento vayan a pasar al techno pero siempre quedándose en la contención.
“Reunion” puede sorprendernos por sus leves matices calipso más que por su final totalmente clubber, que enlaza con la más leve “Sunset” en una suerte de dupla. “Unfold” es una vuelta a la melancolía más lánguida, que abre justo para lo más ‘festivo’ que se ha atrevido a hacer el trío hasta la fecha: “Swept Away”, cuyo tono plenamente dance sorprendió a más de uno en los conciertos previos a la salida del disco. “Our Song”, en cambio, rubrica el conjunto con la nostalgia habitual y de clásicos modos.
Se nota evolución en la segunda obra del trío inglés, no se puede negar; pero también algo, poco, de agotamiento de la fórmula, curiosamente en los momentos más calmados y conservadores. Lo que significa en general una nota media de notable en contraposición al sobresaliente de su primer disco. Y lo que también significa que The xx siguen en lo alto del panorama musical actual y que pueden seguir tocando en los escenarios principales con todas las de la ley, a la par que llenar los corazones de cientos de miles de almas que los escuchan en soledad y nocturnidad.