No sabemos si es el disco del pasado (fin del) verano o de las próximas navidades, su sensibilidad lo hace idóneo para cualquiera de las épocas, pero lo cierto es que Woods han sorprendido dejando atrás su psych-folk repleto de reverb y guiños a la rareza y el lo-fi para ofrecernos una versión mucho más limpia y puramente pastoral de ellos mismos. Si los de Brooklyn eran ya un grupo de culto y pilar fundamental para todos los amantes de un sonido que había visto en los últimos años crecer su base de fans, dan un golpe en la mesa y parecen querer mostrarles a The Shins que se perdieron por el camino.
La primera parte está plagada de temas que harían sonreír de felicidad al propio Brian Wilson. La psicodelia sigue ahí, la inicial «Bend Beyond» es un gran ejemplo, para arropar un folk-pop pluscuamperfecto de dulce y cristalina voz. Pero veremos como el reverb es un efecto, un acompañamiento, que sólo da más color a delicados temas de angelicales melodías vocales, como «Cali In a Cup», además con esa sublime armónica.
Junto con la triunfal «Is It Honest?», himno del año pese a su oscura letra y la intimista y casi emo «It Ain’t Easy» van conformando una apertura que sitúa al disco con facilidad en lo más alto de la maestría pop que hayamos escuchado ultimamente. Pero que nadie piense que la banda iba a caer en la linealidad, en la marmita de los neoyorkinos caben lo mismo Dylan y Young que la Velvet Underground, The Grateful Dead o 13th Floor Elevators y te cuelan humeante psicodelia para separar («Cascade») o fuzz garajero («Find Them Empty») mientras siguen haciendo leña de James Mercer en «Back to the Stone», nos evocan a los climas de Ronettes en «Wind Was the Wine» y llegan a la muy folkie «Lily», que podría incluso ser una demo perdida de la faceta más campestre de Blind Melon con esa voz aguda y ligeramente áspera.
No es que los seis trabajos previos de Woods fueran inferiores. De hecho han sido necesarios para que la banda se viera con el ánimo de hacer brillar todo su potencial a la hora de escribir canciones. Y estamos bastante seguros de que volverán a llenar sus composiciones de callejones eléctricos y smog, pero esta apertura sin miedo a la otra costa, la californiana, es uno de los logros más estremecedores del indie de la temporada y supone ante todo, un disco lleno de pequeñas gemas capaces de tocar la sensibilidad de cualquier aficionado al pop y al rock que se precie.