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Wind Atlas – The Not Found

Wind Atlas - The Not Found portada
Boston Pizza, 2013
Productor: Denis Duarte
Banda: Andrea, Sergi, Iván, Raúl (Marina Sánchez)

Géneros: , , , , ,

8.6

Empecemos apuntando la realidad de que los barceloneses Wind Atlas no hacen nada tan inaudito, aunque podría parecerlo. Fieles seguidores de la senda 4AD en los 80, el cuarteto trae al presente los sonidos atemporales con los que Cocteau Twins, Dead Can Dance o This Mortal Coil se convirtieron en rara avis del underground de su época, en algún improbable cruce entre la música culta, el folk gótico y el pop psicodélico. Igualmente, Wind Atlas proponen tempos lentos, pasajes nublados, oscuridad etérea, depresión fantasmal… bosques y pantanos que atrapan e hipnotizan con su bruma, una música verdaderamente sobrecogedora, preciosa pese a su desangelada naturaleza.

Sin duda los ambientes encandilan, pero ni mucho menos puede reducirse su valía compositiva a las atmósferas. Por ejemplo la intro quedaría en poca cosa si no enlazase con la quieta belleza de «Hoax», primera joya melódica en la que se destapa esa voz dulce y aterciopelada; gélida y a la vez envolvente, llena de ecos. Escalofriante en definitiva, igual que cada uno de los cortes de este debut que rezuma magia paciente.

«Hunters» pone quizá el ritmo más animado (valga para hacerse una idea) del disco y una voz masculina se suma a la mezcla, arropando con calidez a la femenina siempre en primer plano. Así añaden riqueza al minimalismo folk de aires medievales, aunque contenidos, que protagoniza los nueve cortes. La grandeza de la música y sus contradicciones dictan que un disco tan tristón y meditabundo pueda expandirse de esta forma tan inesperada en nuestro interior.

Y así, dentro de su universo reducido, los barceloneses se van moviendo como peces en el agua de orilla a orilla. «Epilogue», con sus arpegios y campanas tan bellos como funerarios, pondrá el punto más onírico, mientras que los tambores de «Oblations» anuncian el drama de la batalla de la forma más hermosa, con épicos susurros adornados con cello. Quizá su punto más naturalista sea «Hidden Valleys», belleza sin cortar, folk contemplativo que inunda los sentidos.

Para el final se dejan una pieza ya aparecida en su previo 7», la retorcida pesadilla medieval de «Inmost Eye». Aire de Dead Can Dance y que da paso a un final de disco de lo más desapacible con el drone tortuoso de «Sulamith».

Delicados, dramáticos, hipnóticos y sobre todo valedores de una contención y clase sobresalientes, Wind Atlas se muestran gigantes trascendiendo géneros con la templanza de veteranos. Todo un descubrimiento.

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1 de enero de 2013