Torche se convirtieron, desde el momento en que por casualidad escuché su fulgurante homónimo, en un favorito instantáneo. La falta de rubor con que una banda de su escena se regodeaba en azucaradas melodías, fue amor a primera escucha. «In Return», «Meanderthal», «Songs For Singles» no harían sino acentuar esa falta de prejuicios de una banda encabezonada en su visión moderna del rock.
Tal predilección siempre deviene en unas expectativas que hacen dudar de que cada uno de sus lanzamientos no esté a la altura y ahora que vuelven a ser cuarteto con la entrada del guitarrista Andrew Elstner, más. No hay problema, con contundencia y pompa hard-rock presenta «Letting Go» un disco que nos dará todos los ingredientes que los seguidores de la banda más o menos conocen, otro conjunto de canciones de diferentes gustos y colores.
Viviremos de nuevo momentos de algarabía rockera, casi infantil, en «Kicking», que bien reflejaría los arcoiris de la portada. No sólo riffs y arranques de punk melódico, sino esos fondos de distorsión agradable, cercanos al shoegaze. Aún más punk-rock es «Walk It Off», un pelotazo propulsado por un vertiginoso solo que con su escasísima duración nos recuerda precisamente a alguno de los volátiles hits de su carta de presentación. La sorpresa más agradable del disco.
Inauditas son las guitarras con ese aire céltico de «Snakes Are Charmed», algo que en una banda cualquiera parecería poco menos que una broma. Muy serio no es, pero no chocan tanto con el caracter que se ha forjado la banda. Le sigue ese asalto casi math-rock de «Skin Trials» de minuto dieciocho. Más que luchar por buscar nuevos horizontes, Torche simplemente añaden detalles para que su propuesta no aburra y, francamente, a estas alturas su propia personalidad y rango de actuación lo ponen bastante complicado.
En la parte más densa tenemos «Reverse Inverted», que se ciñe a los parámetros sludge con ese guitarreo sureño. «Sludge-pop» suele ser una etiqueta asociada al cuarteto, lo cual no parece sino una forma moderna de delimitar lo que en su día fuera rock alternativo. Melvins, Soundgarden, Jane’s Addiction, Sugar, todos esos sonidos tienen eco en lo que compone Steve Brooks. O dicho de otra forma, hacen guiños a una oleada de grupos que supo alimentarse de géneros a veces hasta contrapuestos y sintetizarlos de una forma coherente y nueva.
El final del disco reserva lo más estimulante para los amantes de la lentitud y la densidad. La catárquica «Solitary Traveler» nos prepara al modo de un Jesu más orgánico para la paranoia sintética de «Harmonicraft», haciéndose eco quizá de la fiebre kraut. Tras este momento inédito en la banda, «Looking On» nos despide agónica, ambiental y doomer.
Si de un disco podemos decir que ofrece lo que promete es de lo nuevo de Torche. Ni notablemente mejor ni peor al resto de su discografía, si acaso el más heterogéneo, «Harmonicraft» es otro tratado que ahonda en una desprejuiciada mezcla estilística que sigue cuajando.