Imparables abren los espirales de riffs de «Woolen Heirs» creando un endiablado ritmo del que penden las rabiosas frases que el cantante de These Arms Are Snakes espeta. No es sino el primer signo de un disco que deja atrás complejos de banda underground para abrirse a nuevas audiencias manteniéndose firme a parámetros como la tensión, la agresión y el ruido, pero logrando un resultado mucho más agradable para el oyente. Pero sin que esto signifique nada malo, de hecho si alguien me preguntara por un concepto como el punk en 2008, bien podría enseñarle este «Tail Swallower & Dove».
«Prince Squid» ya nos pone a bailar a espasmos punks, con una arrolladora batería y con el paranoico tono de «Red Line Season», conforma una triada arrebatadora que sino te conquista, todavía te queda una oportunidad. El adictivo ritmo electrónico de «Lucifer» con sus distorsionados teclados deja en pañales a cualquier cosa que se le haya ocurrido a Liam Howlett desde «The Fat of the Land». Realmente sorprendente como la banda juega en otra liga bastante diferente al post-hardcore o incluso el math-core en el que se la encasilla. No cae ni en la pretenciosidad de uno ni en la excesiva cerebralidad del otro.
«Seven Curtains» post-hardcore fantasmagórico, aunque si algo es, es postapocalíptico, un ambiente que parece dominar y hacer de nexo de unión de todo el álbum, pese a las variaciones de sonido. Y es que si tuviéramos que tirar de todas las etiquetas existentes podríamos definir este disco como art-punk-hardcore futurista y asfixiado en ambiente sintético-industrial. Sin embargo hay hueco para ambientes algo más espaciosos y levemente progresivos hay en «Ethric Double». E incluso más aireada es «Long and Lonely Step» es la música que harían unos Placebo en hipnosis metidos en el cuerpo de una banda de post-hardcore.
Hace tiempo ya de aquello, pero si aún alguien sigue lamentándose por la disolución de Botch, que se ponga este «Tail Swallower & Dove» y note como el actual grupo de Brian Cook, aparte de seguir haciendo que se te desencaje la mandíbula, te puede hacer bailar, brincar y si te descuidas cantar.