Saludemos al último hype franeloso de Pitchfork. Un cuarteto que mezcla la aspereza e ironía existencial de los primeros Pavement y el pop de Liz Phair arrojando un resultado que quedaría más en un punto medio entre Throwing Muses, Magnapop y Veruca Salt, comparaciones muy mediatizadas por eso de tener una chica al frente. Vamos que de la década no hay quién le desmarque ni con la mejor de las intenciones.
El sonido está bien logrado, pero sobre todo la primera parte del disco queda en ejercicios de estilo que emulan la esencia crujiente y escurridiza del indie-rock sin redondear grandes canciones, aspecto en el que tienen espacio para mejorar. Casi todos los mentados referentes tenían himnos que se nos quedarían grabados y que iban más allá del pop lijoso de «Pioneer Spine» o «Tiger Tank». En este debut de Speedy Ortiz esos temas rotundos es difícil encontrarlos y cuando los consiguen no son precisamente sus momentos más indies, sino los más rockeros.
Hablo por ejemplo de «No Below» una balada alt-rock que nos puede recordar a Weezer y al público español seguramente a Dover. Parece que su corazón melódico abre la veda para una concepción más laxa de los 90, menos apegada al underground y así, «Gary» utiliza una estructura típica desde la calma a la tormenta que nos recuerda mucho a las citadas Veruca Salt y explota finalmente en poderosas guitarras grungeras, con parón efectista incluido. Prejuicios fuera, porque realmente cuando mejor lo hacen es cuando se liberan de corsés y hacen estribillos facilones, tiran de coros, utilizan distorsiones vocales a la Breeders y combinan dulzura con ruido. «Cash Cab» con todos sus clichés es su mejor canción y a su rebufo la punk-popera «Plough» le queda cerca.
Y es que nos están intentando vender la moto de Speedy Ortiz como si fueran unos Pavement con chica al frente y la realidad es bien distinta, que tampoco mala. El cuarteto demuestra en «Major Arcana» estar listo para ser una de las muchas bandas que aspira a ocupar el espacio de ese rock alternativo que parecía haber perdido sentido con la polarización de lo mainstream y lo underground. ¿Pero son mejores que Yuck, The Pains of Being at Heart, California X, Screaming Females o Wavves? Pues no, pero quizá sí que hayan encontrado un hueco entre el rock alternativo y el indie que ahora mismo pocos cultivan y que sorprendentemente se lleva.
