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Sonic Youth – Rather Ripped

Sonic Youth - Rather Ripped portada
Geffen, 2006
Productor: John Agnello
Banda: T. Moore, L. Ranaldo, K. Gordon, S. Shelley

Géneros: ,

8.6

Cuando hablamos de rock a día de hoy, pocos son los grupos en que uno pueda confiar casi a ciegas. Por eso no se puede sino esbozar una sonrisa cuando iconos fraguados en el underground que tantas bandas inspiradas en ellos han visto crecer y morir, regresan con un “Rather Ripped”. Esta misma intro podía haberse usado con su anterior y espléndido “Sonic Nurse” que marcó el regreso de Sonic Youth a la realidad tras un periodo de autocomplacencia sin dejar caer el listón.

Una vez retomado el equilibro, se esperaba algo más punk y descarnado en esta ocasión. Así parecía sugerirlo una portada rojinegra con bastantes referencias a la suciedad y el espíritu militante que les caracterizó un día. Casi al contrario, nos topamos con su arista más asequible, sin duda una buena oportunidad para enganchar nuevos adeptos sin decepcionar a los fieles. Un acercamiento al pop y una simplificación de esquemas con canciones de 3-4 minutos como mandan los cánones. Suena a típico caso de sucumbir a la industria pero ya se sabe que estos cincuentones sólo sucumben a sus propios deseos.

La simpleza de estribillos la presenta directa al grano la pegadiza “Reena”. Las caricias vocales de Kim Gordon se explotan más que nunca. La rubia encuentra en este disco un protagonismo casi sin precedentes. Nos seduce entre los susurros de “Jams Run Free” -curioso título para uno de los temas más concretos de los neoyorkinos- y se agita un poco más al ritmo que Shelley imprime a “What a Waste”, una tímida mirada a sus tiempos salvajes.

Más libres se muestran la perezosa “Turquoise Boy” y la amena “The Neutral”. La primera se acerca desde la encantadora garganta de Kim a parámetros de calma distante casi a modo de nana desgarrada por los riffs de la parte final. En resumen, la diva sónica se muestra cantarina y dulce y mantiene un reverso oscuro, pero cada vez recurre menos a los gritos/susurros poseídos. El segundo tema citado muestra a la banda divirtiéndose en una melodía apta para menear la cabeza que son capaces de enterrar entre toneladas de instrumentación que va del sosiego al mareo.

Si las escuchas hacen a “Reena” adictiva, lo de “Incinerate”, lúcido single, es difícil describir. No pasa por alto con ese tono melancólico y despreocupado, siempre rítmico y con picos de tensión que suben de forma alarmante a golpe de los “incinerate” de Thurston Moore, cual llamamiento a la contundencia de un cuarteto que acaricia con un ruidismo más agradable al oído que nunca. Chocante es a continuación el rotundo hechizo pop de “Do You Relieve in Rapture?”, muy interesante tras ser asimilada.

Primitivas baterías y chirridos anuncian algo más punk en “Sleeping Around” y la verdad que es un tema puramente Sonic Youth de los primeros noventa, cubriendo melodías aterciopeladas con guitarras de lija y sonido garajero. “Lights Out” apuesta en cambio por la psicodelia según ellos la entienden, con bajos acusadores creando graves atmósferas y guitarras chirriando y llorando hasta cobrar vida propia, amen de sensibilidad.
Lee Ranaldo cumple ajeno a los tiempos en “Rats”, que nos arroja de nuevo a la senda de la paranoia que aún acompaña al cuarteto, a evocar paisajes donde reina el desasosiego y la voz, entre apocalíptica y revolucionaria, se filtra por los altavoces. Sólo puede equipararse a “Pink Stream”, el tema más inquietante y nocturno de lejos. Pese a su escasez vocal transmite como ninguna, sugiriendo historias dramáticas, más grises que rosas. Para cuando aflora la voz con sus modos de refinamiento punk, el oyente debería estar inmerso en todo su universo de decadente surrealismo.

La calma transitando a agitación (“Or”), como los océanos antes de agitarse, como los torbellinos antes de asolar una ciudad, como una silenciosa aldea del oeste antes del duelo… pone fin a la última aventura de la juventud sónica, que pese a todo, puede llevar el nombre con orgullo. En efecto, pocos son los grupos en que se puede confiar a ciegas. Sonic Youth nunca nos van a dar el disco que queremos. Y por eso aún somos muchos los que les seguiremos amando.

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1 de enero de 2006