Tras su primer disco (Gish), Smashing Pumpkins atravesaron una etapa crítica, (como hemos podido comprobar, la formación del grupo no se caracteriza por su estabilidad precisamente). Todo ello provocado por las presiones del mercado, la ruptura de la relación sentimental que mantenían James y D´arcy, los problemas de Chamberlein con las drogas,… más el bloqueo compositivo que supuso esta situación para Billy Corgan. En estas circunstancias, ve la luz Siamese Dream, un disco brillante, e incluso, me atrevería a decir, que es el mejor segundo disco que podrían haber hecho los Pumpkins.
El sonido que ya apuntaba Gish, evoluciona y se enriquece, en parte gracias a la introducción de nuevos elementos orquestales (violines, campanas, melotrón…), marcando la diferencia respecto de otros grupos del momento con los que se relacionó al grupo como Jane´s Addiction o Nirvana. Por otro lado, las letras ganan inmediatez, y claridad en su mensaje.
Probablemente, en parte de dichos cambios, tuvo mucho que ver la elección de Butch Vig en la producción y Alan Moulder en las mezclas; no obstante el gran protagonista de este disco, es sin duda Billy Corgan, el cual llegó hasta el punto de grabar él mismo los solos de guitarra y bajo, además de encargarse de la composición, las letras y la coproducción. El resultado es uno de los mejores discos del momento, con canciones que son ya míticas como Today o Disarm, con las que se dieron a conocer en Europa.
Hay canciones más agridulces como Hummer o Soma (empieza lenta y va ganando fuerza con un potente sólo de guitarra) y Spaceboy, una de las más tristes y emotivas, que Corgan dedica a su hermano pequeño. Entre las piezas acústicas, destacan Mayonaise, y Luna, que pone suavemente punto final al disco.
No es mi intención escribir un tratado sobre cada canción, por eso sólo me queda recomendarlo a todo aquel que quiera tener en sus manos un buen disco, y por supuesto a todo seguidor de Smashing Pumpkins.