El mundo cada vez más complicado del pop moderno en el que todos tratan de mezclar para sonar frescos da resultados muchas veces aberrantes y algunas pocas interesantes. Pero son los menos los experimentos que realmente consiguen un resultado que verdaderamente apetezca escuchar a menudo. Sleigh Bells es la improbable mezcla de una cantante de escuela con un ex-guitarrista de los post-hardcoretas Poison the Well. Y digo improbable porque apenas tienen nada de ninguno de esos universos. De hecho se podría resumir lo suyo como una mesa de mezclas en la que el pop y el rnb se cruzan con las bases del hip-hop y las guitarras del heavy metal. No es de extrañar viendo esta peculiar mezcla que una figura de la fusión moderna como M.I.A. se haya fijado en ellos desde el otro lado del charco.
Las explosiones de percusión abren «Tell’Em» para encontrarse con fondos de electrónica trancera, dulzura vocal y sampleos de guitarras hipersaturadas. La influencia del hip-hop está muy presente en el disco en cuanto a cadencias rítmicas y bases pero es más explícita en algunos temas. Es el caso de «Kids» de ascendencia M.I.A.-esca, pop-rnb con guitarrras crossover o «Infinity Guitars» con un toque más Beastie Boys, distorsión y rimas punkis. Y es que hay rabia dentro de la candidez, con ecos sintetizados de las bandas de riot grrl en la no por nada titulada «Riot Rythm» o incluso a modo de sobrinos preadolescentes de Atari Teenage Riot fiesteando al ritmo de noise-surf en «Straight A’s».
«Crown on the Ground» puede ser la más festiva del disco, llevando su rnb-pop al terreno de los sintes asfixiantes e insistentes con algo de inspiración de Dan Deacon. «Rill Rill» es por su parte el punto álgido de la melodía, pop relajado y sin disonancias más allá de los cavernosos bombos en la que podemos apreciar la bonita voz de Alexis. Por su parte los sintetizadores cobran fuerza por encima de demás ruido y melodía en la psicodelia de relax de «Run the Heart» o la gravedad angelical de «Rachel». Lo inaudito es que divierten en cualquiera de sus aristas, incluso cuando se ponen cafres como la más rara «A/B Machines», con una frase repetida en modo autómata y una guitarra garajera de fondo que evoluciona a distorsiones a lo Primal Scream con psicodélico resultado. O la destroza-altavoces final que es «Treats» que de un sinte de distorsión que flota amenazante, apabulla a base de bombos y guitarrazos sampleados.
Vamos, que el dúo ha venido dispuesto a mezclar hip-hop, rnb, punk, metal, pop y electrónica y en este gamberro objetivo tenían todas las papeletas para parir algo infumable. Por tanto la frescura y diversión que desprende «Treats» no puede tomarse sino como uno de los grandes éxitos de la temporada y por supuesto, uno de los debuts indies del año. ¿Perdurará? Pues casi seguro que no, pero lo bien que lo hemos pasado de mientras no nos lo quita nadie.