Cuando llevan años peleando en el underground, se suele notar que algunas bandas tratan de dar un paso hacia el estándar, hacia música más fácilmente digerible. Otras por el contrario tienen claro su camino y no buscan la gloria sino la autocomplacencia, que por mal que suene muchas veces en el arte, como oposición al producto, es todo lo que significa integridad. Esta idea nos queda clara al escuchar «Espíritus del Desierto, yo os invoco» de los murcianos Schwarz.
El uso de teclados en lugar de bajos y la utilización del castellano son dos de los rasgos más notables de una nueva entrega en que el trío redefine su psicodélica y anómala forma de entender el indie. Y es que no hay que dejarse engañar por los aires pop de «Que La Llama Brille Por Siempre» cuyo estribillo suave y melódico, desubicado según los cánones puede remitirnos casi a cualquier cosa desde Los Planetas a Surfin’ Bichos. Algo de ello encontramos también en «Fm S.A.» manteniendo ese vínculo con cosas del universo más indie como Sonic Youth, Stereolab o Primal Scream. Pero la cosa va más cercana a sus amigos de Manta Ray, Kraftwerk, Can y Pink Floyd… en definitiva, de voces sintetizadas, de teclados con el máximo protagonismo, de incómoda psicodelia retrofuturista.
Estos instrumentos sin embargo dan para oscilar del kraut-rock apocalíptico a los Stone Roses en «Gran Colisionador de Drones», para deconstruir estructuras de jazz, rock y dub en la muy excitante «Estrella Roja de Belén», facturar elegante tristeza espacial en «Canción de Amor de la Joven Loca»… En definitiva, dejan espacio para una amplia paleta sónica en la que las guitarras están por debajo de los sintetizadores vintage, pero cuando en sus destellos protagonistas brillan con todo el esplendor del rock n roll. Una pena el abuso de las voces robóticas a lo largo del disco, que lo mismo que hace bien el clima alienado de «Grúas», resta seriedad a «Estación Especial».
Y eso que las letras merecen especial atención, generalmente crípticas y sugerentes incluso en los momentos en que no sabemos bien de lo que están hablando, porque no quedan al azar. No es un logro tan habitual cuando las bandas sacan su primer disco en castellano tras permanecer años en la placidez menos escrutada del inglés. Escalofriantes son por cierto en la canción que da título al disco y que navega en los mares del drone mientras la cruda tensión rítmica permanece inmutable y la susurrante voz flota. A medio camino todo se trunca y un grave piano deriva a un ambiente de violoncelo que finalmente vuelve a ser invadido por el cavernoso ritmo dando lugar a un ambiente de lo más opresivo. Tocados y hundidos por la militancia psicodélica.