Aunque cada vez es más habitual (notable fue el caso Hinds) no es aún lo normal que se cree hype en la escena indie estatal sin un debut en la calle. Sin embargo La Plata llevaban un par de años en boca de todos gracias a un EP de sólo tres temas. En ellos, la banda ejecutaba una suerte de post-punk ágil y muy melódico, como Joy Division, The Smiths (y los Hombres G) en un concurso de a ver quién toca más rápido. La idea sobre el papel no suena mal, pero había que escuchar los temazos y conseguir sacárselos de la cabeza después para entender la magnitud del fenómeno.
Si parte de la clave de ese éxito inicial fue dejar al personal con las ganas, todo apunta a que Diego Escriche (principal compositor) y los suyos no han querido deshacerse de su comodín. Nos entregan un disco de apenas 25 minutos tramposos, ya que cuelan esos tres temas iniciales con la novedad de ralentizar «Un Atasco». Un lustre más ochentero y revivalista a costa de perder personalidad punk.
«Desorden» muestra los vicios y virtudes de La Plata desde la primera escucha. Por el lado bueno, una facilidad pasmosa para hacer himnos, una destreza pop-punk en definitiva, que arreglan con teclados y bajos bailongos para que la cosa no suene del todo a gaztetxe. ¿Hay canciones tan buenas como las de su EP? Rotundamente sí. Entre ellas, el pepinazo punk «Miedo», de estructura kamikaze y letra de rebelión repuntada por coros gritados. O «Incendio», instrumentalmente más sofisticada y cargada en los sintes.
El mayor problema es que casi todas las canciones usan el mismo tempo e introducen esos patrones ochenteros tan caricaturescos, con mención especial al groove de «Espejismo». Las melodías se mezclan y empezamos a tararear una canción terminando en otra, quedando la sensación de que estamos ante una sola canción de veinticinco minutos. No es que esto sea malo de por sí, pero cabe pensar si la excitación generada por sus primeras canciones no ha obligado a la banda a componer de forma atropellada entregando temas buenos, pero anclados en similares sensaciones.
El único paréntesis en la tónica arrebatada del disco es la catárquica «Me Voy», puro «Atmosphere» llevado a los dilemas existenciales de la juventud de hoy en día. Porque no hay que subestimar unas letras en su justo punto entre lo personal y lo general. «Tu Cama» desnuda el confort y los sinsabores de una relación sonando como un tema que Antiguo Régimen hubieran dedicado a asuntos más crípticos. Quizá estemos proyectando prejuicios (positivos en este caso) sobre la fértil escena valenciana, pero el disco se despide con «Me Miras desde Lejos», que tiene los mimbres algo más garajeros de sus colegas Futuro Terror. Definitivamente hay algo que ata a La Plata al levante, pese a que coincidan en el tiempo con otros revivalistas ochenteros de éxito desde Madrid (Sierra) o Barcelona (El Último Vecino).
«Desorden» es un debut para celebrar, lleno de energía y melodías tan escuetas como obsesivas. Es un fogonazo en la oscuridad. Que se convierta en una estela luminosa dependerá de que la banda se atreva a ampliar su paleta sónica. Por el fondo que palpita en estas composiciones no deberían tener problema.