Si, para que lo vamos a negar, un comienzo con ruido es un buen comienzo para un disco de indie-rock. El mejor. Pero cuando la distorsión no lleva a una explosión de riffs sino a pop delicado, no es una decepción, sino la mejor de las sorpresas. Y Así es el comienzo del debut de The Pains of Being Pure At Heart, marcado de forma sublime por «Contender», bello y sencillo pop en la onda Smiths mientras el fondo cruje en un mar de ruido. Y lo mejor es su contención.
Este debut no necesita demasiado para ser definido. Pop ultraefectivo con bajos altisonantes y ruido. Que lo llames noise-pop, twee-pop, college-rock o shoegaze es irrelevante, sólo debes sentir si te dejas llevar por el efectivísimo juego de contrastes vocales y animación sintética de «Young Adult Friction» o por el pop rápido y ruidoso de «Hey Paul». No le pasa nada a tu altavoz y junto a esa pieza de pop tan bonita no se te está superponiendo la base rítmica de un myspace de algún grupo de rock cavernoso, no. Se llama «This Love Is Fucking Right» y es otro de los temas de nuestro cuarteto neoyorkino protagonista.
«Stay Alive» es digamos, la balada del disco, y lo que parece que va a ser un alegre tema de aire new-wave se convierte en lo más cercano al shoegaze del disco, lo más próximo a My Bloody Valentine, vaya. El otro tema donde el tempo deja espacio es «Gentle Souls», cierre que se acerca a los parámetros atmosféricos de Jesus & Mary Chain.
Y dejándonos de remilgos, «Come Saturday» es un temazo, pop eléctrico en su mejor acepción, base rítmica veloz, deliciosa voz y guitarras shoegazers aceleradas. Lo mismo puede decirse de «Everything With You», canciones que le devuelven a uno a la adolescencia y no necesariamente a una vivida en una década particular, sino a una que se divide entre el placer de la juventud y los diversos síndromes de la post-pubertad. Una época que para el pop y el rock es y será siempre la más importante de la vida.