/Reseñas///

Muse – Absolution

Muse - Absolution portada
Taste Media/East West, 2003
Productor: John Cornfield
Banda: Matthew Bellamy, Chris Wolstenholme, Dominic Howard

Géneros:

8.4

Tras un apabullante y emocional debut y una reválida mucho más agresiva, histriónica y rockera, ambos igualmente notables, el joven trío británico regresa con Absolution, un disco barroco, como era de esperar, pero ecléctico y que combina a partes iguales reflexión y rabia y acierta en ambas tesituras, así como en los medios tonos. Tal vez el disco que empieza a concretar mejor la verdadera personalidad de Muse y que les consagra como una de las bandas más fuertes del viejo continente.

Se dice que Absolution iba en un principio enfocado a la experimentación más extrema y a tesituras más relajadas, pero al final la reacción de la banda a la guerra de Irak, transformó el disco en la mejor arma de la banda contra el sinsentido bélico. Esto parece marcar la apertura del álbum con sonido de desfile militar que nos conduce hasta el dramático piano de Apocalypse Please, con Matthew desplegando esa voz que o amas u odias… Es un tema lleno de rabia, con guitarras sostenidas, baterías rotundas y bajos graves. Y épico, como le gusta a la banda con espirales de teclados que les dan ese punto característico, práctica de la que ya abusaron en Origin of Symmetry.

Hemos superado el apocalipsis y llegamos a Time is Running Out, un pedazo de single, que comienza con aires de cabaret, chasquido de dedos de fondo y distorsión en el bajo de Wolstenhome hasta que la batería anticipa el estallido de un estribillo extremadamente pegadizo. Un trío lleno de ira hacia… quienes manejan el mundo? Interesante video donde una especie de consejo militar se reúne junto a una mesa sobre la que toca la banda… esta canción tiene todos sus tics; voz histriónica, teclados, riffs, ambigüedad y es rock con mayúsculas. El tema se reposa en Sing for Absolution, sugerente comienzo, de tempo más lento, con voz más suave y susurrante y un piano de fondo, con similitudes a las más lentas de su debut. Apocalipsis, se acaba el tiempo, absolución?? ¿Acaso nos encontramos ante una opera rock del siglo XXI? Tal vez. En todo caso, la guitarra muestra su distorsión hacia el final… y aflora el grito desesperado hasta que se pierde en el horizonte.

Stockholm Syndrome no es lo que esperaríamos de Muse. Para empezar abre con un riff mucho más heavy de lo que habíamos oído antes, unas baterías atronadoras y apabullantes cortesía de Howard y esa es la tónica hasta que aparece un riff de una distorsión tan saturada que puede dañarte los altavoces, para… dar paso a un delicado piano! y eso sin perder el rumbo la canción pues la guitarra sigue tronando de fondo mientras Matthew va cambiando sus registros al compás. Creo que hacía falta un grupo que combinase esta caña con ese pedazo de voz. Espirales de guitarras, pianos, bajos, órganos y una fuerza y una rabia para reirse del nu-metal.

Y de nuevo nos ponemos reflexivos en Falling Away With You. Matthew desnudo con su guitarra y añadiéndose coros hasta que entran sus compañeros a aportar ritmo para darle un cariz más dramático a la composición. Es extraño, que, aunque lo pueda parecer, no es la voz de Bellamy la que determina tanto el rumbo de los temas, sino que da la sensación de que cada uno fuera a su bola y al juntarlos quedase este resultado tan genial, aunque en el fondo sabemos quien organiza todo, como si el caos en Muse estuviera perfectamente controlado. Otro interludio que crea desasosiego repleto de electricidad y a continuación el grave riff que Chris saca a su bajo en Hysteria, titulo representativo del trío. Bellamy comienza con su registro agudo quedándose sin aire para ofrecernos un estribillo más convencional de lo esperado mientras sensacionales riffs acompañan, a ratos abrasivos, a ratos punzantes, a veces ambas cosas.

La épica operística se respira en forma de seudo-vals desde los primeros segundos de Blackout. Parece una canción de boda de palacio real. La guitarra es arañada salvajemente, para ofrecer un chocante fondo a tal composición mientras Matthew llena la composición sin desmerecer para nada la orquestación de tal pieza. Simplemente sublime. Y a continuación, un bajo oscilante marca Butterflies and Hurricanes, un sostenido medio tiempo que consigue un peculiar efecto en una canción de rock épico. Pronto sube de tono y… coño, es imposible describir una puta canción de Muse sin hablar de su cantante. Pues no hablaré de su capacidad vocal aquí, sino de una habilidad al piano, que me río yo de Coldplay (y es la segunda vez que me río en la misma crítica).
El rock con dientes vuelve en The Small Print, aporreando baterías y con cambios de ritmo geniales. Un registro de voz diferente, más glammy tal vez, agudo y épico pero eminentemente rockista, guitarras supersónicas y un ritmo cercano al punk. Definitivamente Muse están evolucionando, abriéndose a nuevas texturas en todos los ámbitos y a día de hoy podemos decir que cada uno de sus discos es un mundo.

Endlessly es una composición correcta, más lineal que la media, con efectos encaminados al baile (esa coordinación entre bajo, teclado y platillos), con nuevas espirales electrónicas, que se hace corta. Y uno de los momentos álgidos del album con ese magnífico título, Thoughts of a Dying Atheist o como mezclar la épica con el power-pop. ¿El resultado? Un tema adhesivo, divertido pero con sustancia y que se antoja atemporal y evocador. Para cerrar este torrente de emociones no podíamos esperarnos sino una pieza repleta de esa belleza orquestal tan del gusto de Bellamy, la absorbente y llorona Rule By Secrecy.

Absolution suena menos americanizado y marciano que Origin of Symmetry. Olvida o, mejor dicho, dosifica ese tipo de riffs crujientes, deudores del sonido de Seattle o incluso del funk-metal, para hacer una acertada mixtura de la herencia del hard-rock con retazos de pop, metal, rock alternativo e incluso música clásica. Puede que sea un disco más difícil, que no entre a la primera, pero darle un par de escuchas y tendréis que volver a sus brazos. Supone la confirmación rotunda de la banda que no te puedes permitir el lujo de perder en esta época de grupos cortados por el mismo patrón. Respecto a esto, no se si aún se atreverán a levantar la cabeza en público quienes les acusaron de plagiar a Radiohead. Afortunadamente tenemos dos bandas extraordinariamente geniales y cada cual tira por derroteros bien distintos y Muse tampoco formaron parte nunca de ese New Acoustic Movement cuyo sambenito le quisieron imponer.

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1 de enero de 2003