/Reseñas///

Mogwai – Rave Tapes

Mogwai - Rave Tapes portada
Rock Action, 2014
Productor: Paul Savage
Banda: Dominic Aitchison, Stuart Braithwaite, Martin Bulloch, Barry Burns, John Cummings

Géneros:

7.5

Hay quienes piensan que el post-rock es un género inmovilista, que impide salirse de unos límites y cánones establecidos durante sus veinte años de historia. Esto puede aplicarse a Mogwai, cabeza bien visible al menos a nivel popular del movimiento, ya que no puede decirse que hayan variado demasiado su fórmula en todo este tiempo: apuestan su validez en el estudio a promover pequeñas variaciones sónicas que dejen entrar algo de aire fresco. Algo cada vez más difícil de conseguir con el paso del tiempo y de nuevos trabajos acumulándose en una discografía ya extensa.

Quizá por este motivo muchos ven en ellos cierta decadencia desde, como mínimo, “Mr. Beast” (2006), su última cima artística aplaudida casi unánimamente. Desde entonces han sacado bastantes obras entre bandas sonoras, EPs, directos o remezclas. Y tres discos de estudio: el continuista “The Hawk Is Howling” (2008), “Hardcore Will Never Die But You Will” (2011), su disco más reivindicable de esta última época, y el trabajo que tenemos actualmente entre manos: “Rave Tapes”.

Stuart Braithwaite y los suyos nos enseñaron antes que nada lo más novedoso de esta nueva entrega, una “Remurdered” escogida inteligentemente como primer adelanto que apuesta por una base de sintetizadores, la última gran-pequeña revolución en su música, que va entrelazándose con su característica maraña guitarrera en un crescendo típico de ellos pero efectivo. Un futuro clásico a añadir, quizá el único de todo el álbum.

Y es que la fuerza de los Mogwai actuales está en precisamente regodearse en la fuente de las críticas: en sonar a ellos mismos, sí, pero lo mejor posible. Así, puede que nos parezca que hayamos escuchado antes en otros discos temas tan manidos como “Simon Ferocious” o “Master Card”, pero a la vez estamos seguros que pocos grupos lo harían con la dignidad y buen hacer que ellos hoy en día. Todas las canciones tienen en general ese ‘algo’, que capta nuestra atención y que está al alcance sólo de los grandes.

Como viene siendo habitual en sus últimos álbumes, lo mejor lo encontramos en los momentos más ambientales, casi siempre bajo carga sintética, fiel reflejo de sus trabajos por encargo para bandas sonoras en los que se sienten tan cómodos. En este sentido “No Medicine for Regret” sería el otro gran tema del álbum, composición cargada de melancolía, y también habría que destacar el primer corte “Heard About the Night”. En ambas juegan un papel vital las atmósferas bien desarrolladas y los teclados.

En cambio, el tema más pop y convencional, “Blues Hour”, completamente cantado, se queda en anecdótico. De hecho, más interesante es el recitado insertado en “Repelish”. Lo que me hace pensar que, efectivamente, los escoceses no se sienten seguros, o no controlan del todo, cualquier esquema de canción que se salga de sus parámetros y que por ello se obcequen tanto en mantener su corsé. Por mí no hay problema, mientras sigan teniendo la capacidad de encontrar nuevos huecos dentro de su particular habitación.

 

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1 de enero de 2014