Difícil papeleta la que Modest Mouse afrontaba con este ya séptimo disco de estudio de una banda que sólo ha trascendido el circuito independiente tras su anterior y brillante «Good News For People Who Love Bad News». Si por algo se caracterizan Modest Mouse es por no ponérselo fácil al oyente y la casualidad del éxito de «Float On» podía decantar a la banda hacia un sonido más accesible y agradecido en ventas. Por suerte han sabido encontrar el equilibrio haciendo las cosas a su manera.
El artífice la banda, Isaac Brock, ya avisa de que el ratón es modesto pero no domesticado, con la histeria que abre a dentelladas el disco en «March into The Sea», que oscila entre momentos amenazantes y otros de armonía entrañable entre campanillas y violines. Es una de las más violentas a los oídos junto a la esquizofrénica «Fly Trapped In a Jar». Y es que en los temas más salvajes da la sensación de que Brock es capaz de improvisar sobre la música. «Florida» parece uno de estos diamantes en bruto, pero se nos descubre con uno de sus más soleados estribillos, evocando bien dicho estado. Pero el excéntrico músico no queda a gusto si no arruina el clima con su amenazantes arrebatos vocales dejando toda instrumentación en suspenso, a excepción de la batería.
En el apartado más experimental hay que destacar las dos aproximaciones al folk del disco. «Parting of the Sensory» se presenta con un ambiente relajado y misterioso rasgado por flotantes riffs y finalmente destrozado por una patrulla de zíngaros punks armados de acordeones, violines, percusiones exóticas y superposiciones vocales. Pero sería fácil decir que el gran logro del disco es llevar su sonido a altas cotas de épica en «Spitting Venom» que comienza en clave country a lo Johnny Cash que pronto se envuelve en una espiral de guitarra y finalmente desemboca en una bella orquestación de trompetas que te deja exhausto.
Una incorporación en la banda que sin duda prometía era la de Johnny Marr, guitarrista de The Smiths. Influencia suya o no (queda patente que las tareas de composición pertenecen a Brock de forma aplastante), lo cierto es que se notan regresiones al pop ochentero en «People As Places As People» que podría pasar casi por un tema de The Cure o el melancólico estribillo de «Missed The Boat»(donde aparece James Mercer de Shins). Ambas atmósferas son rotas repentinamente por hits espasmódicos como son la directa «We’ve Got Everything» de nuevo con coros de Mercer a la maltratada garganta de Brock e «Invincible», dance-indie-rock a la altura de los mejores Franz Ferdinand con una entrega vocal mucho más desesperada, que pondrá el fin del disco en su punto álgido de palpitación.
La contrapartida de «Ocean Breaths Salty» la pone en cambio «Steam Genious» con ese avance chulesco a base de ritmos reminiscentes de los Clash y las estrofas de un Brock que bien podría dedicarse al hip-hop. No obtiene un resultado tan instantáneo como la citada, pero mueve al oyente igualmente, como también lo hace «Education». También hay momentos para el relax. Deliciosamente pegadiza es «Fire It Up», heredera de la grandeza melódica del bajo de Kim Deal. Con «Little Motel» el disco se colapsa verdaderamente para mostrar su cara más amable, una escapista nana en la que exploran su vertiente más psicodélica y ensoñadora.
Modest Mouse han vuelto con un disco algo más escurridizo que «Good News…», que contaba con un mayor gancho a primeras escuchas. Pese a que un par de canciones menos podrían haber redondeado esta presente obra, lo importante es que siguen ocupando su sitio en el panorama. El de perros verdes ya veteranos y capaces de firmar grandes discos en una retroalimentación cada vez mayor y más ajena al exterior mientras inspiran a la nueva sangre, como sus protegidos Wolf Parade. Algo así como los Tom Waits del indie rock.