La respuesta que los canadienses METZ han dado a su arrollador debut homónimo es ni más ni menos que la que cabría esperar. Su punk-rock proto-grungero ha bajado un poco las revoluciones en busca de climas igual de oscuros pero algo más melódicos. No hablamos de un cambio radical, pero sí de un tono general en el que lo agónico come terreno a lo trepidante. Es normal, los hits de noise-punk alocado ya están firmados y ahora toca buscar el gancho de composiciones un pelín más espaciosas y psicodelicas. Dentro de la marca de la casa, claro.
Sin duda hemos ganado y los tempos acelerados son ahora más juguetones como ese socarrón punk de «The Swimmer» y la garganta gana en calidez sin abandonar la cazalla como demuestra el estribillo o lo que sea, de «Spit You Out». En general este nuevo protagonismo de la voz que tiende a cambiar grito por lamento desesperado, nos ofrece momentos de punk triunfal como «I.O.U» y «Eyes Peeled» o ejercicios de grunge a lo Mudhoney del noise en «Wait In Line». Y no sabemos si es un guiño a Black Flag, pero algo nos decía que «Nervous System» iba a ser el tema hardcore del disco y no nos equivocamos.
Este proceso de tímida normalización es la particular lucha de METZ en un segundo largo en el que si algo mantienen es una forma propia de concebir la estructura de las canciones. Ya apuntamos muchas influencias del trío con su primer disco, pero ahora son incluso más, esa banda fascinada por el «Bleach» y las influencias de aquel. La cosa es que con los elementos manejados, METZ podrían ser más pop, podrían ser más «Nevermind», pero dan la sensación de querer evitarlo a toda costa. Es una postura de compromiso ruidoso que será interesante ver cómo se desarrolla de cara al futuro.