Mark Kozelek es una de esas figuras de culto humilde, visionario en los 90 con sus Red House Painters, su música y sus letras nunca han permeado al mainstream pero su nombre propio, el de su antigua banda y el de Sun Kil Moon, actual encarnación, infunden respeto, aunque sólo sea por una trayectoria cuyo dominio y seguimiento está a la altura de muy pocos. Parece que esta temporada le ha dado por aumentarla con colaboraciones (cuando escribo esto ya ha lanzado otro disco colaborativo junto a Desertshore) y la que nos ocupa corre por cuenta de Jimmy LaValle de The Album Leaf, dedicado a los sonidos de post-rock y electrónica ambiental.
La mezcla de ambos universos queda chocante por momentos, pero dada la tendencia de ambos al terreno de lo intimista la mayoría de las veces ensambla por completo permitiendo a Kozelek contar sus autobiográficas diatribas sobre un colchón entre lo acústico y sintético en el que, por supuesto, se derrocha nostalgia y fragilidad humana. Quizá la mayor pega del disco sea su extensión, más de hora y cuarto de tempos lentos y mayormente tristes.
De hecho, da la impresión de que el experimento hubiera sido todo un éxito en formato de uno o dos EPs, permitiendo de esa forma que brillaran con luz propia momentos álgidos como la casi trip-hopera «Baby In Death Can I Rest Next to Your Grave», que nos recuerda a Soulsavers o la cándida electrónica de «By the Time That I Awoke», con un remarcable estribillo y ligeramente bailable. Es fácil ver que el disco pide a gritos mayor dinámica y movimientos, sobre todo para justificar la colaboración y que no quede como un disco más de Kozelek pero con adornos de LaValle.
Esto no quiere decir que el dúo no nos regale unos cuantos temas con sensibilidad a flor de piel como «1936» o «Gustavo», haciendo gala de una calidez estremecedora cercana a Damien Jurado (claro pupilo de Kozelek por otro lado), poniéndonos en situación redentora con el folk eclesiástico de «Ceiling Gazing» y el extraño toque navideño de «You Missed My Heart», quizá el más evidente single
Entre las citadas, se dispondrán una serie de temas aún más intimistas o reflexivos, en los que el «croon» de Kozelek y sus historias, cotidianas y descorazonadoras, se llevan todo el protagonismo. En este sentido, seguramente el disco podría fácilmente prescindir de su par de últimos temas, con marcados bucles de beats y muy enfocados a la lírica, lo cual es un evidente escollo para el oyente no anglosajón. En cualquier caso, un experimento agradable para cualquier fan del cantautor o en su defecto, interesado por las ramificaciones más sadcore de ese engendro llamado «indietronica».