Cansado estoy de decir lo que me asombra el nivel de las bandas nacionales. El gran nivel que hay por aquí es un hecho que se ha tratado de ningunear durante muchos años pero que desde la irrupción de Internet no puede negarse. Pues precisamente el estilo de Helltrip no lo tenía yo cubierto dentro de mi particular lista de bandas con nada que envidiar a las de fuera. Ahí están por ejemplo los brutales Muletrain, pero no es lo mismo.
Yendo al lío, tras los pasos de la intro, «Seeing Green», comienzan a dar muestras de su estilo, el rock escandinavo de los 90, a su vez heredero del sleazy angelino. Ya saben, el hard-rock con toque punk de Backyard Babies o Gluecifer. Sonido rabioso y desafiante que por supuesto mantiene referentes tan clásicos del protopunk como puedan ser los Stooges o MC5 y también de Motörhead. Queda claro ¿no? Rock directo pero melódico, voz rota, coros de combate y guitarras a todo trapo.
El gancho queda fuera de toda duda con el single elegido, «Six Years», a cuyos clásicos ingredientes añaden un órgano de fondo. Su dinámica melodía recuerda por ejemplo al «Go With The Flow» de Queens of the Stone Age. Un tema muy trabajado y arreglado con órgano y pianos. No es que sea la banda de Homme tampoco una influencia tan extraña si atendemos a los riffs herederos del stoner en himnos de rock monolítico y diversión como «Eating Pain». Los 70 por supuesto también están ahí.
Lo cierto es que no hay que buscarle demasiadas vueltas al sonido de Helltrip. Es tan básico como inmortal, pero eso no quiere decir que no haya sorpresas. En el único corte en castellano, «Animal», la banda se refugia como nunca en la velocidad y el punk-rock, tal vez por aquello de que siempre da más respeto parecer flojo cantando en español, pero lo solventan más que bien. Justo después, el disco finaliza con «Break It Up», donde le meten algo más de groove e impulso de baile sudoroso, al estilo de un Danko Jones. Y así, con la infecciosa repetición y el piano final termina el disco por todo lo alto.
Un disco sin duda a tener en cuenta por la parroquia rockera que tanto flipa con los nombres extranjeros. Aquí tienen el mismo nivel desde Mieres, Asturias, para qué irse más lejos. Con una colección de canciones como esta, lo que les queda por delante es patearse el país, convencer en directo (todo apunta a que ya lo hacen) y si acaso labrarse una personalidad propia, que no es tarea fácil.