El fenomenal trabajo de artwork (a cargo de Victor Toundra, banda de sonido afín) y los nombres de las canciones dejan «Obake» en un terreno de misterio a medio camino entre las leyendas japonesas y la mitología indígena centromericana. Ambas son coartadas válidas para ilustrar sus viajes instrumentales por el reverso oscuro de la música ambiental, ya que incluso en las partes más contemplativas, la fatalidad aguarda a la vuelta de la esquina.
«Tatari» es buena prueba de ello, donde la oscuras arengas de la psicodelia desértica lentamente mueven al oyente hacia terrenos entre la monotonía y la hipnosis. Como es habitual, la tensión va in crescendo. Más interesante se muestra desde un primer momento la aparente calma de «Goyro», bajo la cual afloran los dejes sabbathicos, la negrura y la lentitud diabólica que lo ha significado todo para el fenómeno post-metal y el sludge. Seguramente, el tema de mayor impacto de «Obake».
Y es que en ocasiones el contexto marca mucho la impresión sobre las propuestas musicales. Si has seguido los derroteros instrumentales del rock y metal de los últimos años, puede que «Obake» te parezca una maravilla con nada que envidiar a discos de algunas grandes figuras de fuera o más de lo mismo. Creo que hay algo de ambas cosas, pero cuanto menos, en este debut (tras el compartido split con los mentados Toundra) los gaditanos mantienen el misterio prometido y con impecable factura.