Basta echar un ojo a las portadas de los primeros dos discos de Grande Amore para notar el amor por el metal que destila el proyecto capitaneado por Nuno García Pico. Pero lo cierto es que su música se movía en el terreno que va desde el electropunk al garaje casiotónico, con ocasionales escaladas de electrónica psicodélica que lo mismo invocaban el espíritu de Giorgio Moroder que a Suicide. Todo dentro de un contexto de verbena e intoxicación en el pogo.
La portada de III es una postal ultragranulada de un paraje gallego concreto, el lugar de nacimiento del artista. La contraportada es su cementerio. Un detalle que parece anticipar la proverbial «mierda más heavy» de Grande Amore. Y sí, también es su mierda más concreta, más guarra y sobre todo, más divertida de escuchar. Estamos ante un disco de synth-punk donde lo synth ya pesa menos y el ambiente es más metalero. Aquí las guitarras son sucias y deambulan entre el rock garajero y el black metal, pero las melodías están ahí a flor de piel. Y las influencias también. A ver quién es el guapo que asegura que Nuno no ha escuchado nunca Turbonegro tras darle una oída al estribillo coreado de «Ontes fun moi malo».
Algo parecido ocurre con «Lonxe dos Hommes», punk-rock con una seca base industrial, donde la guitarra tiene un tremendo protagonismo. Junto con el toque de punk con electrónica machacona de «Maldita sea mi suerte» (versión de Los Suaves) forman una terna que abre el disco como un tiro de contundencia y diversión. Los temas, cuyo gancho se basaba a menudo en narrar las andanzas del artista, son ahora arropados por la distorsión y una mayor presencia de coros que suaviza la, en ocasiones, irritante voz de Nuno que no se domestica, pero hace un poco más por cantar. En este sentido, «Vou pa Arzúa» es un macarreo psicodélico muy a lo Jesus & Mary Chain.
No es que hacer synth-punk con gancho sea fácil, pero es quizá en los temas más lentos donde la madurez compositiva del proyecto más se note. Por ejemplo, en las abrasivas guitarras que hacen de colchón a los quejidos de Nuno en «Lela» que tienen una sonoridad y textura próximas al black metal. En esta locura, tan en la línea hereditaria del desconcertante rock gallego, Grande Amore le hacen un hueco a nada menos que Nacho Vegas, quizá el cantautor que menos te esperas en un disco así de espídico. El asturiano entona a dueto en galego la breve «Ti Mais Eu», una juguetona balada repleta de fuzz que te dibuja una sonrisa en la cara.
El tono darkwave también sobrevuela el disco, especialmente en «Tempo Queimado» que abandona el pogo para llevarnos a un baile lento en la mazmorra. A estas tesituras volverá la oscura y doomer «Flor dun día», que va quemando a fuego lento hasta llevar al inevitable acelerón para cerrar el disco (y quizá los conciertos). Pero lejos de ser el típico subidón bailongo, el disco culmina dentro de las dinámicas del metal. Y es que con III, Grande Amore firman su disco más oscuro y melódico (también el mejor) y con el que la discusión sobre el estilo que practican queda en un segundo plano; esto es, por encima de todo, rock n roll.