Frantzeska son una banda de Bizkaia que nos hicieron llegar su trabajo y aunque a priori no es su sonido lo que más se ajusta a lo que uno suele reseñar, me he visto obligado por principios a dedicarles un espacio. Me explico, la propuesta de la formación es tan radicalmente DIY y sónicamente tan abierta y artística, aún partiendo del punk, que su esfuerzo no debe caer en saco roto.
La banda tiene dos referencias a cada cual de packaging más interesante. La primera, «F» envuelve el disco en una lujosa cartulina rosa y negra, complicadamente plegada y troquelada para que encaje como un puzzle. La segunda, en la que nos vamos a centrar, es un digipack manualmente confeccionado con material reciclado. Como decimos, DIY extremo, a cargo de Lander Rekaekoetxea, justo es señalarlo.
En cuanto al contenido hablamos de un ska-punk-rock abierto que se presenta con «La Kaja Gris» y nos puede recordar a unos Kortatu, precisamente por la variedad. Claro que Frantzeska son hijos de su tiempo y pese a que su música recoge mucha herencia de ese punk vasco de los 80, se le nota herencia del hardcore y el post-hardcore americano (aunque este EP pierde por el camino la mayor presencia de influencias como Fugazi o Pixies que resonaban en su disco rosa, y es una pena).
«Krimen» por su parte encarna la parte suave y sofisticada de eso mismo, sustituyendo punk por pop y manteniendo el sabor ska en una lenta cadencia. También «Numero 3» jugará con la suavidad y parsimonia de géneros como jazz y swing. En el lado opuesto, «Degenerazion» es punk-rock infeccioso directo al grano y lleno de coros que nos recuerda a NOFX y en «Sustraiak» se lanzan a un punk-rock espasmódico en euskera con toques post-hardcore, abriendo por aquí quizá un nuevo camino para una banda de esas que probablemente nunca encuentre un sonido definitivo, sino que prefiera entretenerse por el camino.